Cuando el amor pasa.

1K 40 3
                                    

Y, por Dios, qué difícil era dejar de mirarla. De ver la luz que era, la magia que irradiaba. Os juro que me hacía vibrar el alma y lo único que me nacía estando a su lado era felicidad pura.

Se sentaba al lado mío y me parecía un ser inmenso, lleno de magia y de maravillas ocultas. Hablaba de las cosas con emoción, como si todo le sorprendiera, como si encontrara algo bueno en todo. Era lo que mejor sabía hacer, convertir todo en algo bueno.

Como una chavala de catorce años, inocente y tímida, de a poco iba acercando su mano a la mía hasta que a penas la rozaba, y ese contacto era lo más único en este mundo. Yo me daba el lujo de agarrarle la mano y ella se hacía la tonta, pero a las dos se nos agrandaba la sonrisa a más no poder, y ella seguía en su asombro por el mundo que nos rodeaba.

A veces, se perdía demasiado y empezaba a apretarme la mano, y puedo juraros que podía sentir lo mismo que ella sentía. Pero cuando no se le volaban mucho los pajarillos, me miraba cada tanto y me hacía un gesto con la nariz que, para mí, era lo más dulce nunca antes visto.

La mayoría del tiempo me daba mucha cosa interrumpirla, pero a veces no me aguantaba las ganas de abrazarla fuerte solamente porque podía hacerlo, porque podía demostrarle que la amaba con toda mi alma y que era lo más hermoso que me había pasado. Y ella me mordía el hombro en respuesta, me agarraba de la cintura y me daba cientos de besitos seguidos, como si se olvidara de que, un segundo antes, ya me había besado. Yo no me olvido, ella tampoco.

Teníamos la manía de no aguantar y terminar comiéndonos la boca, que me era adictivo. Yo era adicta a el sabor tan suyo que me dejaba su boca, era adicta a que me mordiera los labios, era adicta a que me rozara la nariz y a mirarla a los ojos, y perderme en esos que eran el chocolate más dulce del planeta. Era adicta a que me abrazara, a su pecho cálido y cómodo, a sus caricias en el pelo, al ruido de su corazón latir. Era adicta al eco de nuestras risas, pero no se lo decía. Prefería guardarme esos placeres para mí.

Me encantaba verla tocar la guitarra y cantar, era arte puro. Me encantaba verla dormir, era dulzura pura. Me encantaba verla con la gente que amaba, ella era todo amor. Era lo que daba y recibía, ella era todo lo que se merecía.

Tenía una manía muy grande con tocarme el pelo, y yo era super fan de que lo hiciera, aunque a veces me despeinaba y me enojaba un poco, se me pasaba en seguida cuando me hacía un pucherito.

No había dudas a estas alturas, estaba completa y perdidamente enamorada de Nat y de lo que ella era y me daba. Cuando me pedía que no me fuera, que me quedara un ratito más, me vencía todas las jodidas defensas, y no me importaba lo que tenía que dejar para después con tal de pasar más tiempo juntas.

Amaba tanto que me hiciera reír. Era feliz sabiendo que la hacía feliz yo también. Éramos el complemento perfecto, lo supimos desde el primer momento, pero nos costó demasiado aceptarlo. Por eso decidimos recuperar cada segundo perdido.

Con ella me sentía segura de todo, incluso de la primera vez que tuvimos relaciones, confiaba tanto en ella que ni siquiera sentí nervios o vergüenza de mostrarme como soy, y ella fue tan dulce y apasionada a la vez que no tengo palabras para explicar todas las emociones que me despertó.

Tengo tanto que agradecerle.

Natalia me hizo entender que, cuando te enamoras, te das cuenta de cuál es la fuerza que realmente mueve al mundo, que es y sucede en un momento exacto, en un tiempo perfecto, y que parece que nadie más importa más que uno mismo y ese amor que comparte. Me hizo ver que el amor significa libertad, liviandad, bondad, dulzura, comodidad, confianza, eternidad. Natalia nos hizo eternas.

Me convertí en una persona diferente, más segura, más feliz, más tranquila. Ella me calmó, y también me despertó.

Hasta el día de hoy sigue siendo como al principio de nuestra relación, me conoce tanto que ni siquiera hace falta ya que me diga "Albi, ¿qué pasa?", sino que directamente me abraza, y yo sé que puedo llorar en ese lugar, porque sus abrazos son el lugar más seguro del mundo. Siempre se preocupa por mí, siempre se interesa y se emociona por las cosas lindas que me pasan. Nunca dejó de besarme cuando nos despertamos, nunca dejó de cuidarme.

Es la novia más atenta del mundo, y a pesar de que al principio creía que no me merecía a alguien como ella a mi lado, ella me hizo ver que me merezco todo lo bueno que me pasa, incluyéndola.

Natalia es mi mundo entero, y lo es porque no le interesa serlo, porque ella quiere un mundo conmigo, no quiere ser mi mundo, y así me hace entender que es la persona con la que quiero construir un mundo, un futuro y una vida completa si es posible.

Si pudiera, inventaría nuevas melodías para llenarle la vida de sonrisas, juntaría mi pasado y mi futuro, y le daría mi presente. Nunca me perdonaría hacerle cualquier tipo de daño, ponerla en conflicto con ella misma, porque es magia pura y quiero verla fluir y que me contagie. Quiero fluir a su lado, sin que nada nos corte esto tan hermoso que tenemos.

Juro que no sabía que se podía amar tanto a alguien hasta que la conocí, y entonces entendí todos esos libros y esas canciones que hablan de sentimientos que parecen tonterías de gente que comercializa el amor, pero en realidad son verdad. Solamente tienes que encontrar quien las haga realidad.

Y yo, Alba Reche, no tuve mejor suerte que encontrar a Natalia Lacunza, quien realizó cada una de esas cosas que yo creía mentiras, y me hizo volver a tener esperanza en las cosas buenas que le pueden pasar a este mundo.

Esto, chicas, es lo que pasa cuando el amor te pasa.












esta es una adaptación de un propio trabajo, me estoy autoplagiando jajaj

espero que les guste <3

One Shots - {ALBALIA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora