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El día después de la gala de los Oscars todo eran halagos al look de Natasha Romanoff. Muchos se preguntaban quien era la nueva estilista, otros muchos ya sabían de quien se trataba y hablaban de la labor de la gran Wanda Maximoff.

Hasta los fans de Natasha que habían sido de los primeros en enterarse habían llenado las redes sociales de buenas palabras para ella. A Wanda le hacían especial gracia los que decían cosas tipo "Wanda Maximoff te hacemos un altar". Le parecía tierno que a los fans les hubiera gustado su trabajo.

La verdad es que aunque no lo admitiera tenía ganas de hablar con Natasha para preguntarle que tal había ido la noche. La vio en la alfombra roja, se veía espectacular, y también había visto por ahí algún video entre los titulares en los que le preguntaban por su música, pero sobre todo por su vida personal y ella se las tenía que arreglar para no responder.

También sabía que no ganó el Oscar –que injusto porque su canción es un temazo–. Sin embargo quería saber por ella misma como se había sentido y si acabó más animada de lo que parecía estar al principio. Aunque si lo pensaba tampoco estaba muy segura de querer saber como había acabado su noche, o con quien. Wow, ¿eso fueron celos? No, no puede ser. Pensó también que no pasaba nada por aguantar unos días más hasta que se volvieran a ver.

...

Natasha se levantó con náuseas y un dolor de cabeza enorme. Recordaba poco de como había sido la noche desde que empezó a beber, pero por desgracia si que recordaba bien el final. No había podido casi ni dormir por culpa de eso.

No entendía nada, se había imaginado a su estilista, con la que hace poco más de una semana se llevaba a matar, besándose con ella en el baño de una fiesta mientras lo hacía con otra chica. Quería relacionarlo con que estaba muy borracha y la había visto hacía solo unas horas y había estado hablando mucho con ella. Y Wanda es una mujer muy guapa y atractiva, eso nadie puede negarlo. Definitivamente seguro que ha sido por eso, pensó.

Aun así se le ocurrió que podría ser buena idea contárselo a su amigo Clint para ver que opinaba al respecto aprovechando que había quedado con él, ¿por qué no?

Ah, mala decisión.

– ¿¡No me digas que estás pillada de tu estilista!?

– ¡Qué dices Clint! ¿Eres tonto? Si la conocí hace como dos semanas. –suspiró.– Además ya viste como nos llevamos.

– Bueno pero según lo que me has contado de ayer, hablasteis mucho más. –la peliroja asintió y sonrió recordando el momento, cosa que a su amigo no le pasó desapercibida.– Mira que sonrisa de tonta pone. ¡Te gusta!

– ¡Que no! Deja de decir eso por favor, sabes que no.

– Bueno, eres muy cabezona y no lo vas admitir... Pero espero que admitas que esa morena te pone.

– No... –dijo apartando la mirada.

– A ver, una no tiene deseos sexuales con alguien que no le pone. –Natasha bufó pero sabia que tenía razón.– Además es que la chica está de admirar, si me pone hasta a mí. –dijó haciendo que su amiga riese por la ocurrencia.

– Bueno igual un poco... Si. Pero eso no quiere decir que me guste. ¡Y además no fue un deseo sexual! Fue algo del momento y ya está.

– Si tú lo dices...

– No se para que te lo cuento si te vas a poner en mi contra.

– Porque soy tu mejor amigo y me amas y no podrías vivir sin mi. –ella rodó los ojos sonriendo, en el fondo sí, también tenía razón en eso.

Las apariencias engañan - wandanat / scarletwidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora