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El viaje había sido algo lento, pues como ya se había mencionado no era un jet y el helicóptero no estaba en buenas condiciones.
—Todo este tiempo, ¿Qué tal vivías con los vengadores?— pregunto Lorna mirando al frente. Yelena miro de reojo a Natasha, quien no apartó la vista del camino.
—Ya se los dije.
—No realmente.— se encogió de hombros— Nosotras entrenábamos día y noche sin parar, separadas, comíamos poco, a veces ni si quiera comíamos— hablo Yelena— y no intento hacerte sentir lastima, pero...
Como era costumbre, Lorna empezó a divagar, sin quitar la mirada de Yelena, quien movía los labios sin dejar de hablar, reprochando le algo a Nat, seguramente, Lorna después dirigió su mirada a la peliroja que particularmente se veía mejor que ellas, más sana, más radiante, y se atrevería decir que un poco más feliz, quizá estaría completamente feliz si la habitación roja no existiera por completo, por un momento había olvidado aquel desacuerdo que los vengadores habían tenido.
« Se encontraban sentadas en el sofá mirando la televisión, sus pies no tocaban el piso por lo pequeña que era así que los movía como si estuviera columpiandose.
—¿Te gusta aquí, Lorna?— le pregunto la niña con el pelo teñido de azul, Lorna asintió, Natasha le acarició la mejilla. —Te cuidare.
—¿De qué?— pregunto confundida— Con ustedes siempre estoy bien— sonrió ampliamente.
—No será así— Natasha agachó la mirada, Lorna seguía confundida.
—¿Adivina qué?— llegó la pequeña rubia de pelo largo dando brincos— ¡Mamá nos llevará al parque!.
Ambas niñas sonrieron. Caminaron tomadas del brazo, Lorna iba en medio de las hermanas, reían con cada chiste que Natasha hacia, Lorna adoraba la forma en la que Natasha las protegía y las hacía reír todo el tiempo, a veces no entendía porque eran tan buenas con ella.
—¡Los columpios!— exclamó emocionada Yelena, inconscientemente Lorna elevó los columpios con su magnetismo. —Wow.
Melina se acercó rápidamente hacía la pequeña, se agachó hasta quedar a su altura— Cariño, aquí no— tomo sus manos— Algunas personas podrían hacerte daño si ven este don que tú tienes, es asombroso, pero, no queremos que te pase algo hasta que sepas manejarlo.
—Lo sé...No quise...no...
—Esta bien, no te culpo— la pelinegra le dió una sonrisa— Vayan a divertirse, corran.
Sonrieron, Natasha comenzó a perseguirlas hasta que sus respiraciones estaban entrecortadas y sus mejillas sonrojadas debido a todo el esfuerzo que habían hecho.
