A pesar de que el aeropuerto es enorme y está lleno de innumerables tiendas, no había nada que hacer. Casi nada había cambiado con respecto a ayer, salvo que la multitud era ligeramente menor, ya que la gente estaba reservando hoteles y marchándose en cuanto podía. George no les culpaba ni un poco por haber renunciado al primer día de dormir en el aeropuerto. El cuello le estaba matando y se sentía peor que ayer.
George y Clay se quedaron en su pequeño rincón mientras las horas se alargaban, y ni una sola vez la lluvia amainó. El mundo era gris y húmedo y George jugaba al nuevo juego de contar los segundos entre cada trueno o relámpago. Su teléfono estaba seco y Clay estaba tumbado en los asientos de al lado, mirando al techo con un brazo puesto sobre los ojos. Clay volvió a comprobar su teléfono.
"¿Qué hora es?" preguntó George, apartándose de la ventana.
"Han pasado tres minutos desde la última vez que lo comprobé", murmura Clay, y se quita el brazo de la cara para mirar a George. Suspira con fuerza antes de añadir: "¿Quieres hacer algo?".
"¿Cómo?"
"Um... no sé. ¿Dar un paseo?"
George se vuelve hacia la ventana con un encogimiento de hombros. "Eh, tal vez más tarde".
"¡George, nunca va a haber un después! Hace como tres horas que son las diez de la mañana", se queja su amigo. George resopla.
"No pienses en ello y se te pasará más rápido", dice George. Clay gime dramáticamente y se sienta, mirando también por la ventana.
"¿Qué estás haciendo? ¿Mirando la lluvia?"
"Algo así, sí".
"Eso es como ver secar la pintura".
"Es mejor que mirar el reloj", dice George y se oye otro trueno. Uno, dos, tres..."Bromas, el reloj de mi teléfono no hace tictac". Cuatro, cinco, seis...
"Eres un idiota", se ríe George. Siete, ocho- y hay otro fuerte aplauso, haciendo que algunas personas salten un poco.
"Me quieres", dice Clay. George siente que un dedo se le clava en el costado, y aparta la mano de un manotazo, levantando la ceja ante esa frase. La sonrisa juguetona de Clay vacila por un segundo y George ladea la cabeza confundido.
"Pero, ¿realmente lo hago?" George bromea y ve que los hombros de Clay se aflojan un poco en señal de alivio. Eso ha sido raro... De todos modos, uno, dos, tres... Vuelve a contar mientras Clay se acuesta de nuevo.
George, en voz baja, se arrepiente de no haber cogido esos vuelos de vuelta a Europa. Echaba de menos su pequeño apartamento y sus cosas y tenerlo todo en una sola zona. Echaba de menos tener su propio espacio y no tener que mantener a su aburrido amigo entretenido-.
"Dream, si me das una patada más, vamos a tener problemas", suelta George, lanzando una mirada a Clay. Su amigo baja lentamente la zapatilla al suelo.
"Camina conmigo".
"¿Por qué?"
"No quiero seguir sentado aquí".
"¿De acuerdo? Ve a caminar tú solo", sugiere George y Clay vuelve a gemir.
"George... vamos. Por favor... Será divertido, te lo prometo", trata de convencer Clay, pero George estaba anclado en su asiento. Sentía todo el cuerpo como si fuera de plomo, y cada vez que movía la cabeza, le dolía el cuello. Sólo quería quedarse sentado y desconectar. O dormir la siesta.
"Dream..."
"Por favor."
"No quiero..."
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Stick With Me (Dnf) ᴛʀᴀᴅᴜᴄᴄɪᴏɴ
Fiksi PenggemarDos amigos. Un aeropuerto. Una gran tormenta. Un secreto que podría separarlos. George y Clay están atrapados en un aeropuerto de Florida después de que un huracán arrasa la ciudad y sólo tienen una maleta, un billete de 20 dólares, una bolsa de Gol...