ACTO I - ESCENA V

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(Entra el inca Pachacútec con su séquito).

CCOYA.— Límpiate el rostro; enjúgate los ojos. Mira a tu padre que sale.

PACHACÚTEC.— ¡Cusi Ccoyllur! ¡Fruto de mi corazón! ¡Flor de todos mis hijos! ¡Bella red de mi pecho! ¡Relicario de mi cuello! Ven, paloma a mi pecho; descansa en mis brazos. Devana en mi presencia un ovillo de oro que está adentro. En ti tengo cifrada toda mi dicha; eres mi única felicidad, eres la niña de mis ojos. Aquí tienes en tu presencia las armas del imperio, que con una mirada dominas. ¿Quién pudiera abrir tu pecho para descubrir tus pensamientos y fijar en él tu reposo? Eres para tu padre la única esperanza de su vida. Con tu presencia mi vida entera ha de ser un gozo eterno.

CUSI CCOYLLUR.— ¡Oh, padre! Postrada a tus pies te adoro mil veces. Favoréceme para que huyan mis angustias.

PACHACÚTEC.— ¡Tú, a mis pies! ¡Tú humillada! Me espanta decirlo. Mira que soy tu padre; yo te he criado con solícita ternura. ¿Por qué lloras?

CUSI CCOYLLUR.— Ccoyllur llorará como el rocío que el Sol disipa con su presencia; así también ella disipará su incauto amor.

PACHACÚTEC.— Vengo amoroso, bella escogida; siéntate sobre mis rodillas.

UNA DOMÉSTICA.— Tus siervos vienen para consolarte.

PACHACÚTEC.— Di que entren.


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