ACTO I - ESCENA IX

167 8 0
                                    

Lugar solitario de Cusi Patal

(Sale Ollanta, conmovido).

OLLANTA.— ¡Ah, Ollanta! ¡Así eres correspondido! Tú que has sido el vencedor de tantas naciones; tú que tanto has servido. ¡Ay, Cusi Ccoyllur! ¡Esposa mía! ¡Ahora te he perdido para siempre! ¡Ya no existes para mí! ¡Ay, princesa! ¡Ay, paloma!... ¡Ah, Cusco!, ¡hermoso pueblo! Desde hoy en adelante he de ser tu implacable enemigo: romperé tu pecho sin piedad; rasgaré en mil pedazos tu corazón; les daré de comer a los cóndores a ese inca, a ese tirano. Alistaré mis antis a millares, les repartiré mis armas y me verás estallar como la tempestad sobre la cima de Sacsayhuamán. ¡El fuego se levantará allí y dormirás en la sangre! Tú, inca, estarás a mis pies, y verás entonces si tengo pocos yuncas y si alcanzo tu cuello. ¿Todavía me dirás: «no te doy a mi hija»? ¿Serás tan arrojado para hablarme? ¡Ya no he de ser tan insensato para pedírtela postrado a tus pies! Yo debo ser entonces el inca, ya lo sabes todo; así ha de suceder muy pronto...


OLLANTAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora