Capítulo 8

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¿Ustedes saben que es horrible? Un mojón, pero también que mientras estás haciendo tu tarea toda inspirada ahí en la computadora, que te falta sólo un punto para terminar el informe se te vaya la luz.

¿Y saben que es lo peor? No tenía saldo.

─¡Mamá! —grité esperando a ver si mi puré estaba despierta o en el quinto sueño.

—¿Qué pasó? —gritó de vuelta y yo fui pa' su cuarto.

—¿Me puedes recargar?

—No tengo señal.

Me fui de ahí refunfuñando porque pa' las vainas de uno no tiene saldo ni señal, pero sí cuando tiene una novela de Can Yaman que ver. Ya me compuse yo.

Y me cambié toda indignada y le dije que iba a salir para donde María.

Llegué a su casa toqué cómo treinta veces y no me abrió nadie, capaz y estaba en la casa de su abuela. Y Valentina estaba en la universidad. Nojoda, que bello pues.

Y cómo no iba a volver a mi casa a ver el techo me fui para donde Yeonjun para ver si estaba.

—¡Buenas! —grité sin ganas mientras veía a Sebastián jugando con una tablet. ─Sebas, busca a tu hermano.

─¡Shun! —gritó el tripón mientras se paraba del piso para ir a uno de los cuartos de la casa.

─No tengo, no doy, no presto ─dijo Yeonjun llegando a la sala.

─No te estoy pidiendo nada, sólo tu tiempo ─hablé mientras Yeonjun abría la reja.

─Bueno, eso sí te puedo dar y sólo a ti, pasa.

─Shun, tengo hambre —se quejó Sebastián mientras jalaba el mono de Yeonjun.

─¡Verdad que no has almorzado!... Bueno, ahí hay una arepa en el microondas.

—No lo vas a dar una funesta arepa al carajito, Yeonjun Alfonso Choi Altamira.

—Claro que sí, tampoco es que coma mucho.

—Pero no le puedes dar una arepa de microondas.

—Bueno, hazle la comida tú, porque yo no sé la voy a hacer. No tengo hambre.

—Dale pues ¿Tú mamá no está?

─No, está trabajando.

─Okey ¿Qué quieres para comer, Sebas? ─le pregunté al triponcito que no nos estaba parando ni media bola porque estaba otra vez con su tablet.

─¡Pollo frito! ─gritó con una sonrisa toda bella.

─Voy a ver si tienen pollo y aceite ¿Okey? ─y fui para la cocina acompañada de Yeonjun─ ¿En dónde tienes la comida?

─Aquí ─y empezó a señalar las despensas y yo saqué lo que necesitaba para que el pobre Sebastián no se muriera de inanición.

─Tú también quieres, me imagino.

─De bolas.

Y yo empecé a hacer esa broma que yo sabía que me quedaba era buena oyó. No es por nada, pero a mí la comida me queda espectacular.

─Yeonjun, ¿Tienes el trabajo de GHC? ─pregunté mientras me comía un pedazo de pollo porque yo también quería pollo frito.

─No ¿Pa' cuándo es? 

─Pal viernes ─Yeonjun peló los ojos.

─¿Tú sí lo hiciste?

─Me falta el último punto porque no tengo saldo.

─Mira, yo si tengo saldo y datos, terminas el último punto aquí con mis datos y después me lo pasas para copiarlo.

─Si va, espera que lo busco ─y me paré de ahí para ir a mi casa y buscar ese trabajo.

Agarré todos mis peroles y me fui otra vez pirada para la casa de Yeonjun.

─Aquí está ─grité en la reja de la casa para que me abrieran.

─Gracias, mi amor ─dijo Yeonjun después de abrir la puerta y me dio un piquito rapidito que me dejó turula ─Pasa pues, chica.

—Coño, Yeonjun Alfonso, tú no podei' llegar y besarme, respeta chico —dije mientras me sentaba a su lado y tiraba todo en la mesa.

—Ay Dios, no te pasa nada si te beso, mira —y volvió a agarrar mis cachetes y me dio otro piquito. Y lo peor es que no me daba la gana de darle un coñazo pa' que se separara— Viste, no te moriste. Además, el treinta y uno no te quejaste y tampoco en la promo de las colinas.

Bueno, tiene razón, pero es que eran momentos diferentes y ahorita me dejó fuera de base.

—Bueno sí.

—Viste. Ahora pásame esa vaina y ten mi teléfono.

Y nos pusimos a terminar los trabajos y terminé llegando a mi casa a las ocho de la noche porque Yeonjun era burde lento copiando y yo muy lenta dibujando, pero esos dibujos me quedaron fue bellos.

¡Buenas! - Choi YeonjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora