Evangeline terminó definitivamente la oficina de Albert.
Estuvo en el bufete a tempranas horas y las personas de la inmobiliaria llegaron con el escritorio y lo que faltaba allí. Ella dictó las indicaciones a fin de que colocaran todo como lo quería. Los hombres se llevaron lo que ya no hacía falta y evacuaron las instalaciones.
―Ahora sí, señor Hampton ―exclamó una satisfecha Eva―. ¿Qué le parece?
―Estoy encantado con tu trabajo. Muchas gracias, arquitecta. ―Albert paseaba la mirada por su oficina remodelada y dentro de él percibía una satisfacción increíble, una felicidad por haberla contratada―. Te adelantaré algo de tu pago.
―No hay problema con ello, señor ―insistió. Tenía las manos en los bolsillos de su pantalón. Era un traje en color beige con el blazer ajustado al cuerpo y unos zapatos Valentino―. Iré a la oficina Thomas Collins ―avisó caminando a la salida―. Con su permiso.
―Igualmente haré un check para usted ―objetó el CEO y la dejó marchar.
Eva caminaba por el pasillo, nerviosa de no encontrar la puerta del despacho de Collins. Todas eran iguales, no había un nombre que las identificara. Solo un cartel donde expresaba la materia en la que se especializaban.
Llegó al final del pasillo, y por fin a la recepción. Miró a las secretarias inmiscuidas en sus asuntos, redactando informes, marcando a las extensiones telefónicas y entregando correspondencia a cada abogado que iba llegando.
Dudó por breves segundos si le pregunta a alguien. No quería parecer ignorante al no conocer la oficina que ya la tenían asignada. Solo que no recordaba específicamente cual era.
Resonó sus tacones en la cerámica y alcanzó a la secretaría de Hampton.
―Buen día, señorita ―habló en voz baja, encorvando un poco la espalda para llegar a la altura del escritorio―. ¿Podría indicarme cuál es la oficina de Thomas Collins, por favor?
―Claro. Dos puertas después de la del señor Albert ―indicó la mujer despegando su cuerpo de la silla y señalándole la dirección exacta.
―Gracias.
―Buen día.
Eva se devolvió observando de nueva cuenta las puertas. Una de ellas estaba entreabierta y recordó el día anterior, cuando conoció a la abogada Catherine. Revoleó los ojos, de solo pensarla ya la sacaba de quicio.
Lo insoportable que es , pensó.
No pude evitar mirar por la rendija y vio a dos mujeres sumidas en una conversación. No escuchó, no identificó algún rostro. Tampoco conocía a mucha gente allí. Así que, continuó su andar hasta llegar al despacho de Collins.
Tocó la puerta y enseguida Thomas apareció tras ella.
―Hola, Evangeline. ¿Qué tal? ―saludó tomándola por el brazo y besándole la mejilla.
Eva ni se inmutó.
―Bien, ¿y usted? ―atino a decirle.
―Bien, gracias. Pasa, por favor ―indicó haciéndose a un lado.
La castaña caminó y él cerró la puerta.
―He estado acomodando mis cosas, para que puedas empezar tranquila.
Eva advirtió la oficina casi vacía. Solo quedaban los inmobiliarios. Quiso reír pero se controló.
―Abogado hoy solo haré anotaciones, estudiaré el lugar. Estaría comenzando dentro de dos días, no se preocupe ―informó la mujer cruzada de brazos.
ESTÁS LEYENDO
¡Buen día, arquitecta!©
RomanceTodo empezó con la remodelación de una oficina. Evangeline Brown, es una arquitecta de renombre que conoció a Catherine White en un bufete de abogados. Inusual, ¿no? Catherine, usa absolutamente todo su mal genio contra Eva y la saca de quicio cada...