Capítulo 10

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POV. ISAAC

Me desperté el primero, aún seguíamos en mi cama, pero ya no habían sábanas ni ropa a la vista, solo quedaba una almohada en la cama y estábamos durmiendo del revés.

Menudo trote me había dado.

Resoplé deseando ingerir cafeína, que de normal no tomaba, pero después de esa noche no iba a poder afrontar el día igual. Madre de la virgen.

Ayer por la noche di gracias a las muchas clases de rítmica a las que asistió Victoria, era tan fácil de manejar... Y esa flexibilidad... No había visto mada igual nunca.

Miré a la bestia del sexo que tenía enredada en mi cuerpo, tan inocente dormida con la mejilla en mi pecho. La idea de que se despertara me puso un poco nervioso, por si quería más. Estaba tan cansado... Obviamente ella conseguiría que aquí mi entrepierna se pusiera dura de nueva, pues al cuatro round pensé que no había esperanza, pero subestimé su boca.

Solo de pensarlo ya me estaba poniendo firme.

Me levanté con cuidado de no despertarla y le puse el único cojín que quedaba en la cama debajo de su cabeza, ni se inmutó. Fui desnudo hasta la cocina y encendí la cafetera, que hacía un ruido terrible, me dolía hasta la cabeza, como si tuviera resaca. Cuando tuve dos tazas de café en la mano cogí una y caminé hasta mi habitación, apoyándome en el marco de la puerta y viendo el cuerpo desnudo de la bestia del sexo allí tumbado. Di un sorbo al café, pero aún estaba demasiado caliente, como Victoria. Ahora no podría parar de hacer bromas sobre esto.

La habitación estaba hecha un desastre, aún no había acabado de poner mis cosas en su sitio y menos mal, porque si no, hubieran acabado por el suelo, como el resto de las sábanas blancas. Sonreí con orgullo viendo el panorama, estaba para hacerle una foto y enmarcarlo. Hasta que vi el condón en el suelo. Sonreí con malicia recordando el momento.

Cogí con mis dedos un preservativo, mientras ella se movía encima de mi con sus flujos resbalando entre los dos.

- ¿Qué haces? - me dijo.

Saqué el condón y se lo enseñé mientras intentaba ponérmelo.

- No quiero herederos aún.

- Soy de la monarquía en mi época más fértil - dijo cogiendo el látex y tirándolo al suelo - obviamente me cuido.

Mis manos fueron a su culo y mi sonrisa se transformó en una mueca de placer el hundirme en ella, tan apretada y caliente, madre mía...

Volví a la realidad cuando la bestia del sexo se estiró en la cama y pude ver sus pechos al descubierto, llenos de mis marcas. Mordí mi labio y oculté una sonrisa bebiendo café. Ella me miró de arriba abajo con su pelo castaño hecho un nido, tenía el maquillaje corrido y eso le daba un aspecto muy sexy.

- Buenos días exhibicionista ¡ponte algo por dios! - me dijo tapándose los ojos.

- Buenos días bestia del sexo.

Vi cómo su cara se ponía de un tono rosado potente en segundos.

- Vuelve a llamarme así y te aseguro que seré el peor de tus demonios.

- No lo dudo, ayer por la noche me demostraste lo diablilla que podías ser.

Solté un silbido de admiración y ella rodó los ojos, yo caminé hasta la cocina para dejar que se pusiera algo y seguir vacilandole, cogí su taza y fui de nuevo a la habitación, ella se había tapado el cuerpo con la única sábana que quedaba en la cama y miró la habitación.

- Madre mía...

- ¡Madre mía! - dije sonriente, dándole la taza.

- En serio, ponte algo. - cogió la taza y le dio un sorbo.

Victoria & IsaacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora