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CAPITULO II

Convivencia

Siete dias habían ya pasado desde la muerte de Bella, Edward se negaba rotundamente a ver a su propia hija y salir de su habitación. Los días pasaron con él encerrado en su cuarto sin permitirle a nadie entrar.

Esme y Carlisle intentaron convencerlo, de varias maneras, de salir y pasar, aunque sea por un breve momento, tiempo con su hija. Sus intentos por persuadir a su hijo acabaron después del cuarto día, cuando Edward acabó gritando y desquitanto su ira y tristeza en sus padres.

La pareja no pudo enojarse con él, su hijo estaba dolido, lo sabían, solo quería desahogarse, por ello decidieron dejarlo solo y esperar que Edward afrontara el dolor, a pesar de querer acompañarlo determinaron que lo mejor era que lo hiciera por sí mismo.

Con la indisponibilidad de Edward, los Cullen se empezaron a hacer cargo del cuidado y las necesidades de Renesmee, con ayuda de Jacob. Sin el lobo presente la bebé se negaba a comer o dormir, y su llanto no podía ser parado por nadie. Ni siquiera el don de Jasper podía ayudar a controlar las emociones de la bebé cuando lloraba.

En ese momento la familia observaba como Jacob alimentaba a la bebé, él sonreía feliz por tenerla en sus brazos y darle de comer, ella por otro lado no apartaba su tierna e inocente mirada de quien la cargaba.

A pesar de que el sueño le comenzaba a ganar, Renesmee se prohibía dormir, en su cabecita estaba la idea de que si dormía el se iría y la dejaría. Más su pequeño cuerpo no pudo aguantar y acabó por caer en brazos de morfeo, aferrando débilmente una de sus manitas en la camisa de Jacob.

Rosalie viendo a la bebé dormida, se levantó del mueble para tomarla en brazos y llevarla a la habitación que acondicionaron para Renesmee y Jacob. En un principio el cuarto iba a ser solo de la bebé, pero al ver que se negaba a dormir sin el lobo a su lado terminaron por pedirle a Jacob que se quedara con ellos de vez en cuando para que esté cerca de la bebé y la calmara en los momentos que ellos no podían.

Jacob aún no se acostumbraba a vivir rodeado de vampiros, pero por la bebé estaba dispuesto a convivir con ellos. Así le facilitaba cuidar a Renesmee y poder saber algo de Edward, además los Cullen aceptaron que los dos integrantes de su manada también se quedaran, no podía permitir que estuvieran siempre en el bosque cada vez que rondaban en el territorio de los vampiros.

Sin la bebé en brazos, Jake se levanto y salió de la casa para reunirse con Seth y Lea. Desde la muerte de Bella hacían rondas resguardando la casa por si Sam planeaba, nuevamente, hacer alguna cosa contra la familia y la bebé.

La noche que Bella murió, Sam llegó junto a su manada dispuesto a matar a Renesmee, más él, los dos integrantes de su pequeña manada y algunos de los Cullen los enfrentaron para defender a la niña. Jacob no vaciló en ningún momento, sus ataques fueron dirigidos directamente alfa de la manada, a pesar de no querer pelear con Sam, proteger a Renesmee era su prioridad, su lobo no permitiría que tocaran a la bebé.

Los Cullen evitaron, por todos los medios, atacar a los lobos con toda su fuerza, lo que menos querían era matar a alguno de ellos. Quizás el tratado ya estaba roto pero eso no significaba que los matarían como si no les importara en absoluto las consecuencias que aquello traería.

Aquella pelea terminó cuando Sam calló al suelo, estaba herido, Jacob no lo mató, él no estaba dispuesto a dirigir la manada pero tampoco los dejaría sin un alfa. Antes de decirles que se fueran les dejó la advertencia de no volver a acercarse a ellos y  los Cullen.

Aún si estaban cumpliendo con lo dicho, Jacob prefería cerciorarse de que Sam no faltara a su palabra. Con la manada del lobo negro controlada solo le quedaba preocuparse por Edward, los días que ha pasado aislado lo llenaban de preocupación. Sabía que era imposible que él se llegara a enfermar pero en toda la semana no había bebido ni una sola gota de sangre, era como si estuviera dispuesto a dejarse morir de hambre.