CAPITULO III

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Decisión

Jacob se había propuesto hablar con Edward, debía convencerlo de salir y pasar tiempo con su hija, ella lo necesitaba y él... también. Su plan era conversar con el vampiro de modo pacífico y sin gritos de por medio, pero no sabía como lograr dicho objetivo.

La noche entera la pasó pensando en las palabras que diría, aunque la mayoría terminaban siendo desechadas rápidamente por lo tonto y raro que se escuchaban, a criterio de Jacob.

Por la mañana salió de su habitación con los ojos pesados, las pocas horas que durmió no le ayudaban a poder mantenerse despierto del todo. Billy notó el cansancio en su hijo, más no dijo nada, el hombre estaba acostumbrado a verlo medio dormido por la casa, en especial cuando era llamado en plena madrugada por los Cullen para ir a su casa.

En más de una ocasión, Billy intentó convencer a su hijo de que se quedara en casa de los vampiros, así se evitaría las llamadas y dormir pocas horas. Jacob por su puesto dijo que no, aclarando que no podía irse porque no quería dejarlo solo.

El hombre sabía que el motivo en parte era verdad, Jacob siempre se preocupó por él, no lo negaba, pero estaba seguro que la razón principal era Edward Cullen. Billy entendía que su hijo quería evitar pasar mucho tiempo en un ambiente donde el vampiro pasaba metido todo el tiempo, aunque aún no comprendía como era que soportaba tanto sin Edward a su lado.

– ¿Por qué no duermes un poco más?– propuso el mayor, aún sabiendo la respuesta a aquella pregunta.

– No papá, estoy bien. Dormí lo suficiente...– las palabras fueron detenidas por un bostezo, era claro que no había dormido bien–. Haré el desayuno.

Billy no pudo oponerse, pues Jacob caminó directamente a la cocina para evitar cualquier negación por parte de su padre. El desayuno pasó de forma rápida, los dos en la mesa comiendo cada quien su comida y sin comentarios de por medio.

Antes de que el menor se levantara a lavar los platos Billy habló diciendo que él lo haría, podría estar en una silla de ruedas pero no era ningún inútil, así que sin escuchar las protestas de su hijo realizó su labor de la mañana.

– No es necesario que los laves, yo lo hago. Ve a ver televisión o algo por el estilo.

– Puedo hacer esto, solo son platos. Además tu tienes que irte, ¿no es así?– Billy miró de reojo a su hijo esperando una respuesta.

– Me iré después.

– La niña te necesitará, y tu también necesitas ir en esa casa Jake.

– Alice y Rosalie pueden distraer a Ness por unos cuantos minutos, y yo puedo esperar– a pesar de decir esas palabras con sinceridad su mirada rehuyó de la de su padre.

– No puedes hacer esto por siempre Jacob, tu lobo va a necesitarlo en cualquier momento. Puede que antes evitaras el asunto por la hija de Charlie, pero ella ya no esta– a Billy no les gustó decir aquello, pero en ese momento debía dejarle las cosas claras a su hiji–. No lo tomes a mal, yo también la apreciaba, pero si no haces algo el que va a terminar muriéndose eres tú.

– Estaré bien, papá. Aún puedo soportar, haré lo que sea necesario para aguantarlo.

Mentira, Jacob tenía el conocimiento necesario para saber que no lo soportaría por mucho tiempo, en cualquier momento cedería y no lo aguantaría más. Su lobo necesitaba a Edward, él lo necesitaba, quería estar lo más cerca que pudiera de su imprimación.

Pero no lo obligaría, él era consciente de que Edward no lo aceptaría, no después del rechazo que recibió cuando se imprimó. En su mente aún perduraba el rechazo y el dolor que sintió, no quería volver a pasar por lo mismo, por ello se conformaba con ir a su casa y estar con Renesmee. Estar con ella era una de las mejores formas de sentirlo, porque ella tenía el aroma del vampiro, y también podía sentir a Bella a su lado.

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