CAPITULO XVII

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Inconveniente.

El eco de sus pasos hacían realidad su presencia en ese lugar, el camino lúgubre era alumbrado por antorchas que marcaban la trayectoria de su caminar hacia su destino.

No podía retractarse, no podía dudar, debía hacer algo o habrían problemas más adelante. Debía informar lo sucedido para que ellos les pusieran un alto, debían pagar el precio de su pecado.

Su guía empujó el gran portón, signo de que finalmente estaría frente a quienes podrían ayudarla y condenarían a los pecadores.

--- Que agradable sorpresa--- sus pasos pararon cuando dos hombres vestidos de traje pararon justo frente a ella.

A solo unos metros, sentados en una mesa con varios libros a su alrededor, se encontraban los tres líderes del clan que dominaba sobre ellos los Vulturi.

--- ¿Qué quieres?--- la ruda forma de cerrar el libro que estaba en la mesa era una clara señal de que no era verdaderamente agradable su visita. Era muy evidente la contrariedad entre las palabras de Aro y la acción de Caius.

Dudó, solo fueron unos breves segundos antes de que la mirada de Caius la hiciera decidirse.

--- Quiero reportar... un crimen--- pudo ver con gran claridad como Marcus finalmente dejaba de lado su lectura para prestarle la atención debido a lo que decía---. Los Cullen han hecho algo... terrible.

Tan pronto como termino de hablar Aro se encontraba a su lado, pudo ver la sonrisa que sus rojos ojos mostraban. Estaba ansioso por saber que era lo que escondían.

--- Permíteme querida--- Aro tomó su mano de inmediato concentrándose en lo que veía.

Aro vió exactamente lo que ella había visto. Un hombre alto, cabello negro, piel ligeramente bronceada de una buena complexión y a su lado un lobo de gran tamaño. Podía ver cómo él conversaba con la bestia, pero eso no fue lo que llamó del todo su atención sino la pequeña figura que jugaba a solo pocos metros de ellos.

Era una niña con una belleza exquisita, su piel contrastaba con la blanca nieve, su cabello castaño y labios rosados solo resaltaban lo hermosa que era. Estaba claro que no era humana. Esa niña no podía pertenecer a aquellos seres, no, estaba claro de quienes era, de dónde venía.

Con una expresión indescifrable soltó su mano, ella no sabía que pasaba por su mente pero estaba claro que no sería nada bueno para el pequeño aquelarre. Los había condenado.

[...]

Habían vuelto más pronto de lo acordado. Emmet, Rosalie y Leah los recibieron cuando el vehículo se detuvo, ellos no preguntaron y lo agradecieron porque no sabían cómo explicar lo sucedido.

Ni Jacob, ni Seth conocían a la extraña mujer que los había visto y al ver como desaparecía de la nada no le dieron importancia. Por el olor que percibieron supieron que se trataba de un vampiro, probablemente una intrusa. Al estar en el territorio de los vampiros no podían hacer nada, tampoco le informarían a Sam dado que el problema no tenía que ver con ellos.

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