I. Expreso de Hogwarts

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(Revisado el 26.09.2024)


Nueve en punto en la mañana. Cassiopeia Black revisaba por última vez el baúl de color esmeralda que sus padres le habían obsequiado, procurando que la ropa y los libros, ahí guardados, estuvieran todos en orden. Hoy era el gran día, primero de septiembre. Había pasado todo el verano emocionada por finalmente ir a Hogwarts y a pesar de que había acudido una infinidad de veces antes al Callejón Diagon, se sintió diferente cuando asistió a comprar sus libros, como si tuviera una corazonada acerca del gran tiempo que estaba por vivir.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por su hermano menor, Regulus, quien entró a su cuarto sin tocar.

—Madre quiere hablar contigo y con Sirius, te está esperando en la sala de estar.

Ni siquiera el que Regulus hubiera entrado sin tocar la pondría de mal humor. Hoy iría a Hogwarts, después de todo, y eso era lo que importaba.

Bajó las escaleras corriendo y llegó de la misma manera a la sala, donde Sirius y su madre la esperaban, sentados en uno de los largos sofás.

—¿Cuántas veces he tenido que recordarte que eres una señorita y tienes que comportarte como tal? —la reprendió su madre, Walburga. Sirius miraba al suelo, visiblemente incómodo—. Y no cualquier señorita, eres una Black, Cassiopeia, aprende a tener un poco de decencia.

Cassiopeia asintió sin mirar a su madre y se sentó a un lado de Sirius, frente a su madre, como ella se lo indicó con la mirada.

Walburga era una mujer recta. De cabello negro, ojos azules y piel pálida, igual que sus tres hijos, pero en sus ojos no se veía la misma alegría que podía apreciarse en los ojos de los pequeños.

—Dentro de poco marcharemos a King's Cross y quiero que se comporten, especialmente tú, Sirius, debes entender que eres el heredero de la casa Black, así que igualmente tendrás que comportarte como tal en Hogwarts. ¿Entendido?

Hablaba con un tono severo, al cual, a pesar de escucharlo toda su vida, Cassiopeia aún no se acostumbraba. Sirius solamente asintió.

—Y tú, Cassiopeia, —Walburga miró a su hija y ella levantó la mirada, encontrándose con los ojos de su madre— espero que finalmente puedas comprender que eres una mujer y como tal tienes que comportarte. Confío en que seguirás el ejemplo de tus primas, Bella y Cissy, y que portarás con orgullo tu apellido.

La mujer retiró la mirada de su hija y prosiguió, omitió claramente a Elena, la menor de sus primas y continuó.

—Es fundamental que ambos porten el apellido con orgullo. Salazar Slytherin estará muy orgulloso de tenerlos en su casa, igual que su padre y yo. ¿Entendido?

Ambos niños asintieron, Sirius aún mirando el suelo, algo distraído y Cassiopeia con la mente en otro lugar.

—Ahora, —los mellizos miraron a su madre— dénme ambos un abrazo que los voy a extrañar demasiado.

Cassiopeia sonrió y corrió a los brazos de su madre, sintió el abrazo de Sirius un par de segundos después. Definitivamente extrañaría a su madre, a pesar de los constantes regaños que recibía. Extrañaría a su padre y como la sentaba en sus rodillas cuando llegaba del trabajo y le leía. Extrañaría muchísimo a Reggie también, pero, aún así, la emoción por Hogwarts no desaparecía.

Aparecieron en King's Cross a las 10:30 de la mañana, media hora antes de que el expreso partiera, pero antes tenían que acomodarse y, claro está, despedirse de su madre. Sin intenciones de escuchar nuevamente el discurso acerca de "La Noble Casa de los Black" que tanto repetían sus padres, corrió directo al tren antes de que su madre pudiera regañarla. Pronto encontró un compartimiento vacío pero rápido se arrepintió pues no tenía la fuerza suficiente para seguir cargando el baúl.

Tales Of A Lost Prince And A Forgotten DaughterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora