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Mis ojos pesaban de sobre manera. Era como si mis pestañas se hubieran pegado debido a los residuos de lágrimas que había en ellas. Estirar mis extremidades fue todo un martirio, me había quedado dormida durante el camino al aeropuerto causando que partes de mi cuerpo se entumieran debido a la posición que había adoptado para dormir.

Miré a mi lado encontrándome con el espacio totalmente vacío, JungKook no estaba. Miré por la ventana dándome cuenta de que efectivamente ya estábamos en alguna pista privada del aeropuerto de Incheón. A lo lejos visualicé al que ahora era mi esposo el cual casi por acción automática se giró en dirección al auto cortando la conversación que mantenía con el otro hombre que, a juzgar por su vestimenta, trabajaba aquí mismo.

Tomé el pequeño bolso de mano y salí del auto arrepintiéndome casi al instante, la temperatura había bajado notablemente y la lluvia amenazaba con caer en poco tiempo. Caminé a paso apresurado en dirección donde JungKook se encontraba, hizo un pequeño gesto indicándome que subiera al jet que había frente a nosotros y por primera vez en mi vida no rechisté en hacer lo ordenado.

Al entrar quedé sorprendida. Era lujoso, muy lujoso y amplio.

— Señora Jeon, la habitación está por aquí.

Una amable señora me guió a una habitación situada en el fondo del jet donde seguramente podría descansar. Al entrar noté que solo había una cama, eso solo significaba que Jeon dormiría en el piso. Comencé a ponerme mi ropa de dormir, mis pies dolían y mis ojos aún pesaban, quería dormir y despertar en mi vieja habitación.

Me senté sobre la cama dispuesta a darle un masaje a mis cansados pies cuando unos golpes en la puerta comenzaron a escucharse.

— Adelante.

— Lo siento señora Jeon.. — aquí vamos otra vez.

— HaRa — contesté.

— El joven Jeon me ha pedido que me dirija a usted como la señora Jeon.

— Y yo le pido que me llame por mi nombre, por favor — intenté sonar lo más amable posible, la pobre mujer no tenía la culpa de nada.

— El joven es un poco frío algunas veces pero pronto verá que no es tan malo cuando lo conoce — sonrió.

— Eso espero — susurré. ¿En verdad lo esperaba? No.

— Su esposo quiere hablar con usted.

— Gracias — contesté con un atisbo de cansancio. — Disculpe, ¿Cuál es su nombre?

— Mi nombre es Iseul, estoy a sus órdenes — era demasiado amable, su sonrisa y esa leve reverencia que había hecho me lo dejaba más que claro. — Si me necesita, estaré en la cabina de servicio.

Salí de la habitación segundos después de Iseul y me encaminé a mi encuentro con JungKook. La copa que descansaba en su mano derecha pronto se vio vacía debido a la desesperación del menor de los Jeon, su manzana de Adán se movió de manera brusca por la cantidad de vino que bajó por su garganta.

— Me dijo Iseul que querías hablar conmigo — su vista se posó en mi al momento de pronunciar aquello, Jeon asintió levemente.

— Veo que no estás de humor, corazón — tomó la botella con s mano desocupada, sirviendo de nuevo la cristalina copa.

— Solo dime que es lo que quieres, quiero dormir.

No tenía ánimos de seguir peleando. No hoy, tal vez mañana.

— Nuestra vida de ''casados'' — enfatizo la palabra haciendo comillas con sus dedos. — Comenzó desde el momento en que los dos dijimos acepto.

S A N T U O K A ; Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora