0.42 Nuestra historia en un capítulo (Especial)

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Cuando el incienso se consume por completo, Valentina puede sentir el olor de este entrando por sus narices. En una de sus salidas a caminar había distinguido en un escaparate una caja larga con la palabra "armonía" en unas bonitas letras moradas, así que su compradoras compulsiva interior la obligó a comprarlo. Cuando este se consume por completo desaparece aquel punto naranjo intenso de su campo de visión, y con él su distracción nocturna.

Cuándo deja su pequeña entretención de lado la castaña cambia su cuerpo de posición y sonríe al distinguir una cara, la cual con los años había memorizado a la perfección, en aquella oscuridad. Dormía plácidamente, con la boca un poco abierta y con una de sus manos acomodada en su cabeza.
Valentina realiza su ejercicio favorito de todas las noches, mirar su dedo anular lucir una argolla plateada igual a la que llevaba su Julio, su marido, en el mismo lugar.

Se acurruca en su pecho y nota como levemente el castaño pasa su brazo libre entre su cintura para acercarla, y cuando se encuentra más consciente besa su cabeza en un acto cómplice.

—¿Mirabas de nuevo las argollas?—susurró Julio mientras apretaba más a la chica y entrelaza sus manos con las de ella.

—Es que no puedo creer que llevemos 10 años casados, Julio—Respondió Valentina—Es divertido pensarlo.

Los recuerdos de ellos con solo 18 años siempre venían a sus mentes, sobre todo cuando miraban, cuidadosamente, aquel álbum extremadamente antiguo con fotos Polaroids, o ese álbum que recibió por parte de él para un cumpleaños y que llenaron de miles de cosas.
Pero aquellos recuerdos de los 18 habían venido con más fuerza hace un par de meses, cuando Valentina había cumplido los 40 años.
¡Cuarenta! Cumplir esa edad era casi imposible para la castaña de rizos, era un futuro lejano que había aparecido de repente.

Pero, ¿Cómo llegamos hasta acá? ¿No los hablamos dejado con apenas 20 años? Bueno, hay mucha historia al rededor de tantos años de transcurso.

Cuando una pandemia mundial aparece en el mapa cuándo nadie la espera puede simplemente joderte la vida, pero es que Valentina desde el día uno que vio aquel punto de prensa en el que se indicaba la cuarentena vio sus sueños derivarse. Aquella gira por la que tanto había soñado y trabajado había sido pisoteada por cosas que ni siquiera ella podía controlar, y eso la enfurecía.

Los millones de sustos que pasó pensando en que había contraído el virus, los traumas, la falta de su familia y la preocupación por ellos, las horas con aquella psicóloga de nombre Julieta a quién veía constantemente por un computadora. Pero también tenía lo bonito mentido bien adentro de su corazón. Cómo aquellas cartas que llegaban cada mes sin falta del chico que le hacia suspirar, las salidas al super con sus mejores amigos que terminaban en risas y locuras, o la vez en la que Julio volvió de Madrid por su cumpleaños.

Valentina, necesito que salgai' a recibir mi pedido—la voz del rubio se escucha clara en el celular—por favorsito.

—¿No podí' simplemente dejarlo en conserjería? Gabi, de verdad me da flojera ir, estoy acá acostá' de maravilla viendo una serie.

—Yapo Vale—Gabriel se encarga de arrastrar la A para que suene mejor la súplica—No es un paquete que pueda dejar allá, es delicao'

—Ya oh—emite la muchacha en respuesta recibiendo el sonido de lo que parece ser un baile de la victoria— me voy a poner pantuflas y salgo.

Cuando está lista toma las llaves para no quedarse afuera y cierra la puerta.

—Así que paquete soy ahora...

ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora