0.24 Le tengo miedo a la muerte y al fin

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Capitulo 24: "Le tengo miedo a la muerte y al fin"

3 de Abril

Y se veía ahí, frente a tres ataúdes y con las piernas temblando al ver todo lo que estaba ocurriendo de un momento a otro. ¿Era el fin? ¿Se habían ido todos y la habían dejado sola?

Giulia sostiene el cuerpo de la chica de cabellos rizados, quien está tan débil producto de el shock. Da un paso adelante y toma el micrófono para hablar, ahí están ellos tres; Su mejor amiga, su amigo del alma y el chico que le quitaba el sueño con su acento español, cada uno en un ataúd distinto.

—La verdad es que no se que decir —susurra la chica a penas modulando —todo fue tan rápido y tan de repente. Ustedes fueron... todo para mí, son y serán mi familia y mi hogar. Lo... Lo lamento tanto —las lágrimas corren en su cara a la vez que su voz se quiebra, Rodrigo y Sofía la sujetan mientras los tres féretros son bajados para luego ser cubiertos con una rejilla repleta de los arreglos florales que habían traído.

Y en ese momento se dio cuenta que la vida había terminado para ella, los únicos que habían logrado sacarle una sonrisa o simplemente iluminar el lugar con risas y chistes ahora estaban muertos, y por su culpa.

La escena pasaba mil veces por su mente como un disco rayado, ella en una tienda antes de que un llamado entrara a su celular.

—¿Estamos cerca de la tienda, pasamos por ti? —preguntó Paulina en la llamada.

—Obvio, compré huevos para hacer panqueques así que voy a necesitar de su ayuda.

—Ahí vamos a estar entonces, ya estoy girando... —Gabriel había comenzado a hablar por el celular.

—¡Gabriel cuidado! —la voz de la chica con ojos azules quedó plasmada en su mente para siempre.
Un estruendo de sintió cerca de la tienda y, dejando todas sus cosa tiradas, corrió hacia afuera y vio lo que nunca creyó ver.

Dos de sus tres mejores amigos estaban esparcidos en el piso con sangre por todas partes, Julio estaba atrapado dentro del auto, el cual estaba hecho añicos.

El causante de todo, un conductor ebrio, había escapado de la situación dejando a la chilena pidiendo ayuda.
Luego de comprobar que sus dos amigos tirados en el suelo respiraban, corrió en dirección al auto para poder sacar al que le confundía el corazón, su español.
Con varias cortaduras en sus brazos y cuerpo aún respiraba con dificultad, besó su frente y luego de cortar sus manos con los vidrios que tenía él en su cuerpo, lo había logrado sacar.

—Te amo... —susurró por última vez el español antes de dejar de respirar

Gritó pero nadie la ayudó, la ambulancia que ella llamó llegó demasiado tarde, todos habían muerto.

La respiración de Valentina es agitada luego del sueño horrible que había tenido, su mirada se dirigió hacia el reloj, 5:50 de la mañana, ¿había sido todo un absurdo sueño o era verdad? Recordó haber visto una película la noche anterior con una escena parecida a la de su sueño, pero, aún con el corazón en un hilo, decidió llamar a sus amigos.

—¿Valentina? —habló la voz de la ojiazul —¿por qué estai' despierta ha esta hora? ¡¿Nos citaron más temprano y no sabía?!

El corazón de la chica volvió a su lugar acostumbrado pero ella solo pudo modular una palabra con su voz quebrada aún por el susto.

—¿Veni' a dormir conmigo? —susurró la castaña.

—Espérame qué busco las pantuflas —y su mejor amiga cortó.

—¿Que pasa tapón? ¡Son casi las 6 de la mañana! Nos citaron a las 1 hoy, solo duerme.

—¿Puedes venir a dormir conmigo? Trae a Gabriel también —volvió a susurrar.

ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora