0.29 No Todos Fuimos Iguales

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Capitulo 29: "No todos fuimos iguales"

23 de junio

Cuatro chicos sobre la azotea de un departamento se agolpan en un pequeño sector en donde los rayos del sol a penas calientan los huesos producto del fuerte viento que corría a esas horas de la tarde. Habían terminado antes de grabar así que se juntaron para pedir algo y ahora comen los cuatro cubiertos con pequeñas mantas al rededor de las 5 de la tarde.

—La verdad es que nunca sufrí carencias, siempre tuve todo lo que quise —el español parece triste, una mueca en su cara hace que su rostro transmita una amargura con la que siempre ha cargado.

En general el español no conoce chicos que recuerden lo que pasaba cuando tenían 5 o 6 años, y el desea profundamente ser de esas personas.
Cuándo le nombran esa edad en específico solo recuerda a él y su hermana escondidos en el cuarto de la española, temblando por los gritos desde el primer piso de su casa.

La verdad es que Emma, su hermana, siempre trató de suplantar ese amor de padres en la vida de Julio, ella era la que lo llevaba a la escuela, ella era la que le preparaba la colación para sus clases y la que siempre se preocupó por él.

Nunca pudo recriminar esa falta de amor a sus padres, ninguno de los dos se merecía llevar esa carga sobre sus hombros ya que, cuando el tiempo pasó y los dos españoles crecieron, la relación con sus padres mejoró bastante. Su madre y su padre siempre estuvieron atento a él cuando cumplió 10 años, pero esos precisos 4 años que es cuando más necesitas de toda tu familia, solo estuvo Emita, la chica de 12 años con un cabello liso y castaño hasta las caderas, de ojitos y sonrisa divertida.

Pero aún recuerda como si fuera ayer la vez que sintió el cariño de familia, quizás no con su padre, pero si con su madre y la castaña mayor, exactamente fue cuando Julio cumplía los 15 años. Su hermana, ya con 21, era toda una universitaria ocupada, perdiendo ciertas horas del día que acostumbraba a pasar con su hermano por culpa de sus variadas clases y tareas.
Ese día su madre llegó tarde, muy tarde. Emma había salido con unos compañeros en busca de unos materiales para una maqueta hace ya un par de horas mientras que el chico veía televisión.
Una rubia de cuerpo curvilíneo y rostro cansado entra por la puerta de entrada y besa la frente de su hijo menor para luego quitarse los tacones y subir a su habitación. En ese preciso momento se sintió solo, sus lágrimas cayeron como una cascada por sus ojos y se dio cuenta que era el hombre más desgraciado del planeta. Hoy era 15 de Julio y sólo su hermana mayor lo había recordado, ni un mensaje de su padre y ningún indicio de haber recordado aquello de su madre.
Emma entra por la puerta con una gran caja llena de pequeñas cosas entre sus brazos pero la suelta al instante al ver a su pequeño hermano llorar silenciosamente frente a la TV.

—¿Qué pasa chiquitín? ¿Que película vez que lloras así? —la castaña limpia suavemente las mejillas del chico.

—Mamá se ha olvidado de mi cumpleaños —susurra en un pequeño hilo de voz el pobre de Julio.

—No es eso peque, recuerda que mamá trabaja todo el día. Quizás se le pasó la hora y fue a dormir un poco para luego saludarte.

Su madre baja silenciosamente por las escaleras, trae un gran regalo en sus brazos el cual deja de lado para poder abrazara a su hijo.

—¿Crees que me olvidé de tu cumpleaños, mi vida? Eso nunca pasará —su madre besa la cara del chico muchas veces, el cual ve como sus lágrimas se han transformado en risas.

—Te tengo un regalo —sonrió ella dándole un estuche de guitarra a él.

La guitarra café desgastada reposa en las piernas del español de casi 20 años, acaricia suavemente su pequeña reliquia al terminar de contar su historia.

ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora