Capítulo 13- La hora de la comida

77 2 0
                                    

Sandra

Eran las 1:45 pm y ya íbamos a comer. Que temprano hacían todo aquí. Comer, dormirse, levantarse... A este paso iba a acabar mareada.

Al finalizar esta clase para los becados de otros países o intercambiados por otros alumnos fui al comedor del colegio. Pude distinguir esa melena oscura y larga entre la gente y anduve en su dirección. Mi amiga me levantó la mano en modo de saludo.

- ¿Qué tal tu clase?- Preguntó.

- Muy bien, la verdad. Era una clase de orientación para los nuevos- Contesté alegremente.

- Ya se como van, yo fui en mi primer año y la verdad es que te ayudan a integrarte bastante- Me dijo dirigiéndome hacia la cafetería para pedir el almuerzo.- Ey- dijo llamando mi atención- ¿te molesta si comemos con Cam y con Will?- Dijo preocupada por mi reacción.

- Pues claro que no- dije yo falseando una sonrisa en la cara. No quería ver a Cameron ni en figurita pero no iba a sentenciar a Meg y a William por eso.- A mí no me importa si es lo que te preocupa- Terminé diciendo.

- Genial- Dijo mi mi nueva amiga sonriendo de oreja a oreja. Pensé que había merecido la pena mentirle si eso le ponía tan contenta.

Al cabo de unos minutos encontramos una mesa vacía de entre la muchedumbre y nos sentamos ahí. Lo que yo no sabía es que casi todo el mundo comía en un sitio fijo durante todo el curso, aunque no era ninguna regla del High Land, por lo que a veces si que habían cambios. Todo eso me lo explicó Megan antes de que la cocinera dijese nuestros nombres y nos levantásemos a recoger nuestra comida.

Yo me había pedido canelones, agua y una fruta mientras que mi amiga pidió carne, un zumo de naranja y un yogur.

Me ponía muy contenta que sirvieran diferentes platos al día, así había mucha más variedad y al tiempo sabías qué platos te gustaba más y cuáles menos. Aunque dudaba mucho que no me gustara ningún plato. Desde muy niña comí muy bien, a diferencia de Lucia, mi hermana, que discutía con mi madre cada vez que había algo en su plato que no le agradaba.

Meg y yo estábamos hablando de la pereza que nos iba a dar volver a clase de filosofía al día siguiente cuando dos voces ya conocidas nos interrumpieron.

- Ey, ¿qué tal? ¿Cómo os fue en vuestras primeras clases?- Dijo Will.

- A mí genial de momento, ¿tu Sandra?- Meg me miró y yo respondí.

- Pues muy bien, menos la clase de filo. Esa profesora me saca de quicio.

- No te sientas especial, novata, esa mujer se comporta igual con todo el mundo. Es igual de insufrible con todos- Sentenció Cameron desde la otra punta de la mesa.

No lo soportaba. El insufrible era él, ¿es qué nadie se daba cuenta? O a lo mejor era que solo lo veía yo. El caso es el siguiente: ese chaval no puede abrir la boca sin que yo ponga los ojos en blanco.

Opté por responder sin decirle cuatro cosas o sin irritarme por el simple hecho de su presencia, al fin y al cabo, él no me había hablado mal.

- ¿También la tenéis este año?- Pregunté yo lo más amable que me pude.

- No, nosotros nos la quitamos de encima el año pasado, pero créeme, te va a causar muchos dolores de cabeza- Dijo Cameron mirándome sin ganas.

Con la luz dándole en la cara pude observar lo bonitos que se veían sus ojos verde intenso con el reflejo del sol. Tenían motitas marrones, y a pesar de ser de color muy parecido al mío, eran totalmente diferentes a los que yo veía cada vez que me miraba al espejo. Su pelo color castaño oscuro estaba revuelto, probablemente por no haberse peinado.

Mi padre solía tenerlo igual... Sandra, basta- pensé.

Sin darme cuenta me quedé mirando al infinito y voví en mí al escuchar la voz de Cameron.

- ¿Novata?- Preguntó con la cabeza ladeada.

- ¿Sí?- Respondí casi de inmediato.

- Dime que no llevas ni una semana aquí y ya te han drogado los capullos de tu curso. Joder, no vas a aguantar viva ni un trimestre- Bromeó.

Me sacó una pequeña sonrisa que se esfumó nada más recordé con quién estaba hablando. Lo que también recordé fue lo que me dijo Megan hace unos días. Cameron también ha sido un chico con una infancia difícil, y yo, desgraciadamente, eso lo entendía muy bien. No podía juzgarlo por ser un gilipollas si le habían educado a serlo.

Eso era Cameron: un perfecto gilipollas.

- No, todavía no me han drogado, pero no te preocupes tanto por mí. Se cuidarme solita- Contesté con una sonrisa  divertida de suficiencia.

- Ya claro... Por eso te orientas tan bien y puedes con un par de maletas- Dijo irónicamente y puse los ojos en blanco- Si te orientas así de mal en un aeropuerto, aquí lo llevas claro.

Me indigné pero sonriendo también. No sabía el por qué de la sonrisa, pero sabía era que me gustaba que estuviese ahí. Una no cumple sus sueños todos los días.

Cuando me di cuenta William y Meg se levantaron al unísono después de lanzarse unas miraditas haciendo referencia a nosotros.

- Bueno, nosotros recogemos esto. Ahora volvemos- Soltó mi amiga, y por más muecas que le hice para que se quedara sentada, se fue con Will a llevar las bandejas.

Hubo un momento de silencio incómodo entre nosotros que Cameron rompió estratégicamente, lo cual agradecí.

- Pues para ser la nueva te has integrado muy bien- Dijo.

- He tenido mucha suerte con que Meg sea mi compañera de habitación- Me sinceré. Megan había sido una amiga increíble hasta la fecha.

- Bueno, eso dices ahora... Es un desastre.

No pude evitar soltar una carcajada a su comentario.

- A ver, cuéntame qué es tan gracioso- Preguntó.

- Se nota que no me conoces- frunció un poco el ceño con la sonrisa todavía plasmada en su cara-. Si tu dices que Megan es un desastre espera a verme a mí. Te puedo asegurar que la supero por bastante- Me reí.

- ¿Por qué será que no me sorprende?- Soltó sin más.

Le miré mal y él puso los ojos en blanco. Ese chico podía ser muy majo cuando quería, con el mismo punto de engreído, pero majo.

Que asco me daba que me hubiese caído bien.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 21, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Estudiante De IntercambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora