Una compañía de cuarto, competir con los otros concubinos y los que próximamente podrían unirse, ya no hay preocupaciones sobre su apellido, mantener la riqueza familiar, ahora son temas triviales, pasan a tercer plano—¿Le sucede algo, Tomioka-sama?
¿Fue buena idea intercambiar un matrimonio arreglado por ser una diversión efímera del emperador?
Intenta creer que sí
—¡Tomioka-sama!— pide ser escuchado, aunque no tenga el derecho—
Mira el espejo de cuerpo completo y ahí está, arrodillado a su derecha, intentando sacar más brillo a sus botas, aunque esta pendiente suyo con genuina preocupación
—¿Quiere ponerse otra prenda? ¿Algo que no le guste?
Niega despacio, bajándose del banco de madera barnizada, quiere alejar esa imagen suya, vestido como si fuera a casarse
—¿Me veo mal?
—¿¡AHH!? ¡¡TOMIOKA-SAMA SE VE MÁS HERMOSO QUE EL DIOS DEL MAR!!— le aclama sin dudar, hasta podría decir que es la divinidad encarnada, pero eso ya sería jugar con la misericordia de los dioses, que siempre a sido ambigua— ¡El emperador no dudará en tenerlo como su preferido!
¿Eso es un halago? Giyuu se siente ansioso y no de la buena forma. Pero siempre a escuchado de boca de muchas mujeres, decir con orgullo ser la amante favorita de tal hombre y se les ve tan dichosa, un logro a destacar, aunque sea poco ético para la Iglesia (hipócrita)
—Pronto empezará la ceremonia, los consortes deben estar en su respectiva posición— escucha un sirviente hablar con Murata en el umbral de la habitación, casi se le va el aire del súbito pavor que recorre su cuerpo—
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—Lleva muy bien esta situación, joven Muichiro— murmura genuinamente sorprendido, recogiendo todos los conjuntos de prendas, sean camisas, pantalones, capas, gabardinas, guantes, joyas entre collares, aretes o pulseras, zapatos, botas, todo lo que dejó a su paso con tal de verse como ningún otro concubino, listo para presentarse en la ceremonia desde temprano—
Kotetsu jamás lo había visto vestirse con tanta dedicación
—¿Uhm? Sí, supongo que sí— dirá enfrascado en su mente distraída—
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—¿Nervioso?— ojos coquetos se posan en su figura, el abanico bajo ellos, dorado contrasta con la tez pálida, resguarda su conocida sonrisa sádica—
—¿Por qué habría de estarlo?
Observa de solsayo, vertiendo otro trago a ambos hombres, Muzan se esfuerza en mostrarse afable, desinteresado ante la criatura desagradable que tiene enfrente
El contrario podría decir lo mismo, una bella relación de: odio - tolerancia
—Rui-kun es muy apuesto para sus 14 años— empieza a mover el abanico con emoción, el pelinegro suelta pequeñas risas, haciendo un ademán de desinterés—
—Aún no esta listo para contraer matrimonio, espero lo entienda, Sr. Kochō...— tan "expresivo", emocionado como un niño pequeño— el título no te queda mal
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𝐀𝐑𝐑𝐎𝐃𝐈𝐋𝐋𝐀𝐃𝐎𝐒 𝐀𝐍𝐓𝐄 𝐌Í
Fanfiction"Para bien o para mal, la corona a caído sobre mi cabeza"