Cap.8 -Migajas

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Atrás han quedado las damas de pómulos sonrosados y piel nívea.

Kyojuro Rengoku, el "Tigre de Oro" del emperador, es una sensación en la corte, pues su nombre se menciona sin descanso entre coquetas risitas, ojos hambrientos que recorren su figura, como si de repente, las muchachas olvidaran que la discreción y timidez es un encanto indispensable, dejando indignada a más de una dama reservada. Contrario a hombres celosos, quienes se acercan con una falsa sonrisa para iniciar amenas conversaciones, recorriendo majestuosos jardines mientras "bromean" cínicos en que brujería a usado para tener embelesado y satisfecho al querido descendiente del Gran Sol.

Anhelantes en tener una guía para adornar correctamente a sus niños menores, quieren adaptarse lo más pronto a los gustos especiales del emperador. Mezclan en sus mentes la fantasía y esperanza mínima para crear un escenario provechoso (lo más típico, pensar en una fiesta) donde Su Alteza voltee a ver a sus muchachos y los tome como suyos sin demora.

—Lo lamento, debo retirarme— mas nunca logran conseguir una respuesta verdadera, pues aquel hombre de extravagante apariencia simplemente responde con monosílabos energéticos para luego decir cualquier excusa y retirarse rápidamente—

—No está descansando correctamente— verdad/regaño, ¿donde estaban las cremas de miel?— necesita cuidarse para contentar al emperador, siempre se lo estoy diciendo, Rengoku-sama— si se supiera el esfuerzo que entrega para desenredar aquella melena indomable después del baño, Tsugikuni agradecería personalmente a su persona, porque es por él, que puede acariciar esos largos mechones de fuego sin tener complicaciones— aún no se acueste, espere unos minutos para dar mayor efectividad a los tónicos

Estornuda entusiasta, un niño pequeño con ojos bien abiertos, quizás sea alérgico a estos productos.

—¡Agradezco mucho tu empeño, Hakuji!—  no podrían sospechar que sus pensamientos sean arrancarse la nariz en ese mismo instante—  ¿Koyuki te enseñó, verdad?— pregunta, sentándose en el pequeño diván frente a la cama, no sería una espera larga, pero quería iniciar una conversación sincera—

—Sí— susurra contento, recogiendo en una canasta los envases vacíos y restos de la rutina nocturna de hoy, encargaría más mañana por la mañana— ella estaba tan contenta cuando su padre me eligió para venir a palacio, fue en tiempo récord que logré aprender ciertas cosas, no será mucho pero creo que sirve, el emperador no parece molestarse en ningún aspecto físico con usted, Rengoku-sama

—Es que al emperador le gusta ver un cuerpo ancho

—... ¿Que?— sus mejillas empezaron a enrojecer ante tales palabras, sosteniendo la canasta contra el pecho, si no quería que todo se caiga—

—Dijo que nunca había estado con alguien que formara parte de la guardia, dice estar satisfecho con el resultado, pues los fondos entregados al ámbito militar se están usando adecuadamente si los demás están igual que yo— esa vez Su Majestad estaba hablando casi que entre sueños, acurrucado en su pecho, le causó un poco de gracia—

—¡Y-ya! N-no necesito saber esos detalles privados, Rengoku-sama...— cabizbajo, moja tela blanca para calmar los malestares de su señor, pasando suavemente y casi que con delicadeza—

—¿No?

—¡No!— suelta una risita avergonzada por la aplastante sinceridad contraria, siempre será rejuvenecedor verlo tranquilo— mi señor...— aún así, quería asegurarse completamente—

—¿Uhm?

—¿Se siente bien?

Lo mira perdido por un breve momento, hasta que vuelve con su amena sonrisa y  ojos rasgados de rojo atardecer se cierran.

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2023 ⏰

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