Capitulo 7: "Una vez mas por favor"

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Karen Jimenez

"Cuando dos corazones estan destinados, no hay poder sobrehumano que los separe"

 

Jane POV

Deje de bailar, paralizada al sentir los labios de Maxwell en los míos. Por un momento el miedo estuvo a punto de apoderarse de mí, pero no me alcanzó. Aquí estaba Maxwell, el hombre con quien semanas había soñado y fantaseado. Lo conocía bien, había estado a solas con él muchas veces. Conocía a su abuela, y además el quería besarme. Rodeo mis brazos alrededor de su cuello, mis dudas se disolvieron. No más dudas, no más miedos, sólo una increíble sensación de felicidad.

El metió la mano entre mis cabellos. Con una mano me sujetó de la cintura para acercarme más a él y con la otra sostuvo mi cabeza atrayéndome hacia él para intensificar el beso. Nunca me había sentido tan segura, tan atractiva, tan deseada. Olvidándome de todo cuanto me rodeaba, me dejé llevar por el maravilloso impulso de pegarme a él rodeándolo...

Maxwell se tensó de repente e interrumpió el beso. Yo lo miré perpleja y me di cuenta que la puerta estaba abierta cuando seguí el trayecto de su mirada.

-Lo... lo siento muchísimo, señor Brich - tartamudeó la mujer que la acababa de abrir. Era la señora de la limpieza roja como el tomate- He oído la música y creí que alguien habia entrado.

-Tranquila Señora Anne, ya estábamos terminando- dijo Maxwell tenso.

-Entonces me iré- dijo la mujer y cerró la puerta sin hacer ruido, probablemente sin poder creer lo que había visto.

Maxwell me miró y yo lo miré sin decir nada. Luego por fin reaccionó y con una ligera sonrisa dijo:

-Lo siento- dijo en voz baja- No debería haberte besado.

¿Para él iba a ser eso?. Claro, un error que debía olvidar. Logré convertir un suspiro de decepción en un encogimiento de hombros.

-No me importa- me obligué a sonreír- Podemos echarle la culpa a la música.

El pareció aliviado con mi reacción.

-Supongo que debemos continuar.

-Vale.

Hoy, la práctica de cocina estuvo de lo más pesado, ya que dentro de unos días iba a hacer la gran fiesta de caridad. Por eso Maxwell y yo hicimos todo tipo de platillos, Postres, platos fuertes, pequeños aperitivos y otras cosas. Se enfrentó una lucha contra el huevo y ganó. Eso sí, lo estuvo intentando unas cinco veces. Con cada platillo que hacíamos, el agarraba práctica y poco a poco aparecía una sonrisa en su rostro. Sonrisas de las que me quitaba el aliento, quería besarlo, amarlo...

-Supongo que ya hemos hecho bastante por hoy- dijo él- Te llevaré a casa.

Fuimos hasta el coche en silencio. Antes de poner el vehículo en marcha dijo:

-Si abres la guantera, encontrarás un CD y quizá te interese.

Lo saqué y leí la caratula.

-Verónica Lane al piano. ¿Es de tú abuela?

Maxwell asintió y puso el coche en marca, saliendo del aparcamiento.

-Me encantaría oírla tocar ¿Podemos escucharlo ahora?

-Puedes llevártelo a casa.

El coche se metió entre el tráfico y ninguno de los dos hablamos hasta que èl detuvo el coche enfrente de mi casa.

-Sobre la fiesta...- dijo él entonces.

Esperé, cruzando mentalmente los dedos para que no me pidiera más lecciones. No podría soportarlo.

El Jefe y la RecepcionistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora