Capítulo 1

4.9K 178 124
                                    


Narra Ana

–Despierta Ana, ya son más de las ocho y media– dijo mi mamá al entrar a mi habitación.

Me removí sobre mi lugar, cubriéndome con las sábanas cuando esta abrió las cortinas de aquella ventana con dirección al incandescente sol.

–¿No quieres ir a ver a Mirabel?– dijo provocando que me siente sobre la cama con emoción al tallar mis ojos para despertar. Ella rió al verme –Tu hermano también está emocionado– agregó.

–Claro, a él le gusta Dolores– respondí ocasionando que mamá sonría.

–Ya envolví su regalo, por cierto– comentó mamá mientras buscaba entre mi armario ropa para que me vista.

–¿Cuántos años cumple?– pregunté, nunca he sido buena para las fechas.

–Dieciséis, Ana... no lo vayas a olvidar, sería grosero– me advirtió dejando la ropa que escogió sobre mi cama.

–No lo haré– respondí sonriente mientras la tomaba.

–Bien, pues vístete. Mariano y yo te esperaremos a desayunar abajo– dijo y se fue, cerrando la puerta detrás de ella.

Una vez se había marchado ya, tomé mi ropa y me dirigí con ella al baño que se encontraba entre las escaleras y la puerta de mi habitación. Me desvestí, me bañé y posteriormente me vestí con aquella falda larga morada y la camiseta blanca que escogió mamá. Cepillé mi cabello y coloqué los mechones que cubrían mi rostro detrás de mis orejas, para luego salir de aquel cuarto. Al cerrar la puerta detrás de mí, sentí el frío suelo bajo mis pies, lo cual me hizo darme cuenta de que estaba descalza, así que volví a mi habitación, me coloqué los zapatos y posteriormente bajé a desayunar.

–Hola, Anita– dijo mi hermano al verme, lo saludé de vuelta y me senté a su lado.

A los pocos segundos; mamá llegó con un plato y lo colocó frente a mí para después sentarse en su lugar. Ese día desayunamos huevos revueltos, y a las nueve y media más o menos nos marchamos en dirección hacia aquella casita al final del camino que atraviesa el pueblo. No nos tomó más de cinco minutos llegar, y una vez lo hicimos; Julieta, la mamá de Mirabel, nos abrió la puerta.

–¡Hola! ¿Qué tal están?– dijo Julieta mientras saludaba con un beso en la mejilla a mamá.

–Muy bien, ¿y ustedes?– preguntó mamá mientras ella continuaba con los saludos hasta llegar a mí.

–Muy felices por Dolores.– respondió Julieta a mamá para luego dirigirse a mí –Mirabel estaba muy emocionada de que vinieras, ¿por qué no la vas a buscar a su habitación?– agregó señalándome las escaleras.

Asentí emocionada, y me dirigí a estas velozmente en busca de mi mejor amiga. Al subirlas, me di cuenta de que desconocía el paradero de su habitación, y rebusqué entre las puertas iluminadas hasta que las baldosas del suelo se giraron sobre sí mismas, mostrándome el camino. Lo seguí hasta llegar a una puerta marrón, y justo antes de tocarla escuché una voz familiar.

Camilo.

–¿Tú qué haces en mi casa?– preguntó de forma agresiva.

Giré la mirada hacia él, bajando la vista con el objetivo de no ocasionar problemas.

–Vine al cumpleaños de tu hermana– susurré antes de tocar la puerta de Mirabel. Casi al instante se escuchó un "ya voy" tras la puerta.

–Ni siquiera eres su amiga, solo te invitan por Mariano– agregó justo antes de marcharse.

Camilo Madrigal y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora