Capítulo 10

1.1K 75 1
                                    


Narra Camilo

Pico, el tucán de Antonio, voló por sobre la mesa tomando por sorpresa a la señora Guzmán, quien se asustó con la combinación de ello y el detalle de los truenos provenientes de la nube que ahora se generaba sobre mamá.

Para ese momento yo ya me encontraba lo suficientemente estresado como para cubrir mi cabeza con mis manos sin querer enterarme de una sola cosa más. Cerré los ojos creyendo que ya había pasado lo peor.

No fue así.

–¡Mirabel vió la visión de Bruno, sale en ella destruyendo la magia, Camilo y Ana son novios, y ESTAMOS PERDIDOS!– exclamó Dolores al lado de mí.

Aterrado por la reacción de la familia Guzmán a su comentario, volví a abrir los ojos y crucé miradas con mi novia, se veía preocupada. Girando la vista un poco, pude encontrarme con una imagen de Mariano bastante molesto.

Tragué saliva nervioso.

Y de pronto, una bandeja fue colocada sobre la mesa por los coatíes amigos de Antonio. Una bandeja con... una visión de Bruno. Mirabel accidentalmente empujó esta en dirección a la abuela. Y allí mismo, de pronto, grietas que parecían tener un largo infinito se hicieron presentes en todo los alrededores de casita. Una de estas, apareció a los pies de Isabela, quien, asustada, golpeó con una planta la nariz de Mariano.

Y entonces... lluvia.

Llovió como si hubiese hecho falta ante la situación.


Narra Ana

Mamá colocó su brazo sobre el hombro de mi hermano y lo ayudó a salir del salón.

–¡Ana, vámonos!– me ordenó.

Paralizada aún, miré a Camilo, quien se veía ya bastante preocupado y triste. En un intento de consolarlo, lo abracé.

–Debo irme, Milo– le dije rápidamente justo antes de irme, pues no quería hacer enojar más a mamá.

–Señora, por favor– exclamó Alma mientras nos seguía hasta la entrada principal, la cual cruzamos apenas logramos llegar.


Narra Camilo

–¡¿Pero qué hiciste?!– escuché a mamá reclamarle a Mirabel mientras esta se disculpaba con la abuela. Y no planeaba quedarme atrás.

Apenas esta se giró sobre su lugar para verme, la miré no con odio, si no indiferencia.

–Camilo, yo...

Y antes de que pudiera siquiera terminar su frase, yo ya me había marchado.

Creo que nunca antes le había tenido tanto odio a alguien. Mirabel arruinó cualquier oportunidad de buena presentación que podré tener en un futuro, y consigo; la propuesta de Mariano e Isabela. Y por si fuera poco, al parecer ella está relacionada con las grietas en casita.


Narra Ana

–¡No quiero que salgas con ese niño!– exclamó molesta mientras nos encaminábamos a casa.

–Mamá, él no es malo– respondí al borde de las lágrimas.

Y era cierto, Camilo no es malo. Él me trata bien, se preocupa por mí y me hace reír. Y es el niño más lindo que he llegado a conocer.

–¡Mira lo que le hicieron a tu hermano! Si así educan a sus hijos, no quiero que estés cerca de ninguno de ellos– respondió furiosa entre dientes.

Camilo Madrigal y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora