Capítulo 7

1.9K 100 13
                                    


Narra Camilo

La besé.

La besé y por unos instantes, me sentí en el cielo. Esas mariposas en mi estomago ahora estallaban de emoción, y pareció por unos momentos, como si todos mis conflictos se hubiesen desvanecido.

Ya no me importaba lo que ocurriera después, solo quería disfrutar aquel momento.

Desafortunadamente, no duró más que unos pocos segundos.

Ana me miró, me miró como nunca antes me había mirado. Pero no en el buen sentido.

Tragué saliva.

–Ana...– susurré.

No respondió.

–Mierda, lo siento tanto– dije para después ponerme de pie con el objetivo de volver a casa.

Ella me detuvo antes de bajar la colina.

Me miró a los ojos. Esos preciosos ojos oscuros. Desvié la mirada, solo me estaba haciendo daño al quedarme allí.

Justo antes de que partiera, ella puso su mano en mi mejilla izquierda.


Narra Ana

Alcé su rostro.

Su precioso rostro.

Le sonreí, y acaricié su mejilla con mis dedos.

Me sonrió, y con un lindo destello en sus ojos, me habló justo después de tragar saliva con nerviosismo.

–¿Quieres... ir más despacio?– preguntó con ilusión.

–No– respondí riendo.

Y le devolví aquel beso.

Camilo pasó su mano por mi cintura, dejándola apoyada en esta, mientras que la otra la direccionó a mi mejilla.

Una vez terminó aquel cálido y suave beso, reímos cual niños al vernos a los ojos finalmente.

–¿Novia?– preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

–Novio– respondí imitando su gesto antes de abrazarlo fuertemente.

Camilo me correspondió el abrazo, y nos dejamos caer sentados sobre el pasto de aquella colina. Al poco tiempo, acabamos recostados uno al lado del otro compartiendo experiencias de nuestro enamoramiento.

–Pensé que el corazón en el suelo de casita era porque a mí me gustaras– comenté riendo.

–¡Pensé exactamente lo mismo!– exclamó entre risas.

–Dime la verdad...– comencé a decir captando su atención al verme –te lo dijo Mirabel, ¿no?– continué.

–Pues... no, técnicamente no.– respondió e hizo una pausa para posteriormente continuar –Me lo dijo Dolores.

–Mierda, qué vergüenza– exclamó llevando las manos a su rostro para evitar verme.

Camilo rió tiernamente.

–Tranquila...– respondió sin poder contener la risa. Tomó mi mano –estoy feliz de que haya sido así– continuó ahora con una sonrisa, provocando que descubra mi rostro.


Narra Camilo

Ana se acercó a mí para darme un abrazo nuevamente, esta vez, al estar acostados, aproveché la situación para recostarla sobre mi pecho. Ella dejó caer suavemente su cabeza sobre mi hombro, y su manita derecha sobre mi abdomen. Pasé mi brazo derecho por debajo de ella, abrazándola.

Camilo Madrigal y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora