Capítulo 13

1.5K 78 9
                                    


Narra Camilo

–¿La encontraron?– le pregunto Luisa a sus padres al verlos volver.

El rostro hinchado del tío Agustín me hizo darme cuenta de su encuentro con abejas.

–No– susurró la tía Julieta, desanimada.

–Encontramos a Ana, está bien– comenté tratando de animarlos.

Un gran suspiro se hizo presente en ambos, quienes se acercaron para abrazarme felizmente.

–¿Dónde está?– preguntó el tío Agustín una vez se apartaron de mí.

–En su casa, los Guzmán la llevaron a descansar– respondió mi hermana.

–Qué bueno que está bien– comentó la tía Julieta.

Pronto el silencio los hizo darse cuenta de la situación en la que se encontraban, y recordaron el tema de Mirabel.

–Hay que buscarla– dijo Antonio con preocupación.

–Dividámonos en grupos y busquémosla por areas– aporté.

Y de pronto, el sonido del galopeo de un caballo nos sacó de nuestros pensamientos.

–¡Mirabel!– exclamó la tía Julieta alejándose de nosotros para dirigirse hacia la fuente de aquel sonido –Mirabel– volvió a llamar, ahora más lejos. El tío Agustín fue detrás de ella, y pronto decidimos seguirlos.

Al llegar a donde se encontraban pudimos ver que efectivamente se trataba de Mirabel. 

–Había abejas, en todas partes.– comentó el tío Agustín –Estaré bien.

Esperé un momento a que alguien lo corrigiera con aquel hecho obvio que todos estaban olvidando.

Supongo que tendré que decirlo yo.

–Eh... no si no tenemos una casa.– comenté provocando que papá me dé un ligero golpe buscando que deje de hablar –¡¿Qué?! No la tenemos, ¿no quieres que diga la verdad?– continué ahora dirigiéndome a él –Eso de ahí, no es una casa.

Poco tiempo después de mi honesto comentario, Mirabel se acercó a la entrada de lo que alguna vez fue casita.

–Mira este hogar...– cantó –aguarda esperanza,– continuó después de girarse para vernos –cimientos nuevos, podremos vislumbrar. Y esta familia,– dijo ahora tomando las manos de Isabela y guiándola hacia ella, invitándonos a seguirla, cosa que hicimos –constelación que estalla... esperará... su momento de brillar.

Su idea de reconstruir la casa, parecía hasta ahora nuestra única opción.

–Más ardiendo han de alumbrar,– continuó Mirabel, y pronto se acercó mi hermanito a ella con una sonrisa, ella se colocó a su altura –y cambiar de dirección. Debemos despertar.– dijo ahora yendo a ayudar a Luisa a mover aquel escombro que alguna vez se encontró sobre Ana –Son más que solo un don.

–Y yo me aferraba, fue un error.– cantó la abuela llegando finalmente –Mi gran temor los alejó, aprendo la lección– se giró sobre su lugar ahora mirando la entrada a los restos de casita.

Mostrando a...

Al tío Bruno.


Narra Mariano

–Ahora sí, quédate aquí, hermanita. Debemos ir a ayudar a los Madrigal– le dije a Ana cuando ella se encontraba ya recostada sobre su cama.

–Quiero ir– se quejó.

Camilo Madrigal y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora