Cap 23

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___ Wright.

Sentí su mano empezar a recorrer mi cintura, vientre y busto. Me estaba tocando tan agresivamente que casi lloraba por las mordidas que me daba en el cuello.

- Maldito idiota. - Empecé a forcejear mientras lloraba.

- Hey, no le digas así a tu próxima pareja sexual, chiquita. -

Recordé la botella de vodka en mi mano. Adrián jaló bruscamente de mi cabello y empezó a quitar mi vestido con fuerza. Levanté la botella y la solté en su cabeza. Cayó al suelo, pero sin quedar totalmente inconsciente.

- Ah, maldita zorra. -

Se abalanzó a mí, colocándose a horcajadas encima mío.Su mano se recargó en mi cuello dejándome sin respirar unos minutos. Empecé a retorcerme e intentar salirme de su agarre mientras mis gritos desesperados me hacían perder más energía.

- Pensaba drogarte para que no sintieras nada, pero te portaste mal, bebé. - Grité con furia y golpeé su rostro con mi mano. Solo logré hacer que escupiera un poco de sangre, pero en cambio recibí un golpe durísimo en la mejilla. - No tenía por qué ser así... -

- ¡Quítate de encima! - Grité entre llanto.

- No, eso nunca. No sabes las ganas que tengo de follarte. -

Se acercó a mi rostro. Su aliento asqueroso chocaba contra mi cuello mientras yo intentaba buscar una forma de salirme de debajo de él. Una de sus manos me soltó pero siguió acorralándome con las piernas. Su mano libre empezó a bajar por mi vientre hasta llegar a mi punto más débil. Yo mantuve mis piernas apretadas, sin siquiera abrirlas para patearlo. Sabía cuál era su propósito y no dejaría que lo lograra.

- ¡Maldito cerdo desgraciado! - Le escupí en la cara. Soltó un bufido y dio un brinco peligroso para que una de sus rodillas quedara justo en medio de mis piernas.

Su rodilla empezó a empujar una de mis piernas hacía un lado, pero luché con todo lo que tenía para no dejar que abriera mis piernas. Empecé a llorar y a sollozar aún más. Necesitaba ayuda.

- ¡Ayúdenme! ¡Por favor! - Grité entre sollozos, lágrimas, gemidos y bufidos.

- Nadie va a poder ayudarte. -

Cerré los ojos y seguí llorando, sin dejar de mantener mis piernas cerradas. Pero, una vez mi abuela dijo "Mientras más luches contra alguien, más buscará tu punto débil".

Y entonces sentí como mi cabeza azotó contra el pavimento, una, dos, tres veces. Aún sentía sus caricias, sus asquerosas y cerdas caricias. Seguí intentando en no dejarlo hacer lo que quería. Pero era muy tarde. Uno de sus dedos ya estaba invadiendo mi feminidad, la única parte que no podía defender más. Dolía, dolía mucho.

- ¡No, por favor! - Grité con las pocas fuerzas que me sobraban.

- Solo, disfrútalo. -

Solté un grito lleno de impotencia, de dolor, de enojo. Seguía retorciéndome para que no llegara su asqueroso miembro a mis adentros. No quería y no iba a dejar que pasara. Seguí gritando, aún a pesar de que sentía la sangre derramarse por mi cabeza y las gotas de sangre golpear el pavimento, no iba a dejar de luchar. Su dedo tenía dificultades para entrar y para salir ya que estaba apretando tanto mi entrada que me dolía más a mí que a él.

Y entonces escuché el sonido más hermoso en toda mi vida: el sonido de un auto cerca, muy cerca. Se escuchaba la música retumbar de algún lugar y estaba casi segura que era de ese auto. Al parecer Adrián aún no se percataba de eso, así que aproveché. Esperé a que se detuvieran en algún lugar; y así lo hicieron. La música disminuyó lentamente al igual que el sonido del motor del auto. Escuché como las risas de chicos invadían la calle.

Sex instructor | Adaptación AG #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora