Cap 25

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___ Wright.

Aidan se quedó mirándome fijamente durante unos largos segundos mientras que yo intentaba figurar las palabras correctas para decirle que quería seguir con él sin importar lo que había pasado.

- Te amo. - Solté.

Aidan me miró ilusionado, con una luz brillante en sus ojos y con tanto amor que no podía dejar ni un segundo más sin besarlo, sin sentir su calor recorrer mis arterias e inundar todo mi cuerpo. Tenía que tocarlos, tenía la urgencia de saborear sus labios y de oler su aroma toda la noche.

Aidan cortó la distancia que nos separaba y tomó una de mis manos entre las suyas, besando la palma de ésta. Me abrazó y me levantó del piso. Comencé a llorar y a sollozar. Lo extrañaba, lo añoraba, lo amaba.

- No llores, aquí estoy. - Susurro al aire. - Te amo, no sabes cuánto. -

Sonreí y me separé un poco de él para poder observar su bello rostro.

- Perdóname, perdón por todas las estupideces que hice, perdón. - Dije mientras la yema de su dedo pulgar limpiaba las lágrimas cayendo sobre mis pómulos.

- Shhh, shhh. Ya todo está bien, estamos bien y lo estaremos. -

Me acerqué a su hermoso rostro y lo besé dulcemente en sus labios, atrapándolos y acariciándolos con los míos mientras sus manos rodeaban mi rostro y su cuerpo se pegaba más al mío, haciéndome sentir sus palpitaciones. Una de sus manos bajó hasta mi espalda baja y comenzó a acariciarla aún besándome. Nos movimos hasta que llegamos a la sala sin separarnos ni un segundo. Se sentía tan bien estar de nuevo así, besándolo y tocándolo mientras la luz de la luna se escapaba por las cortinas e iluminaba nuestros rostros de una manera espectacular. Una lágrima se derramó por mi mejilla y Aidan pudo sentirla chocar contra su piel.

- ¿Qué pasa? - Preguntó con ternura.

- Prométeme que a pesar de todo lo que pase o lo que pueda pasar, siempre, siempre vas a recordar la primera vez que me tocaste, que me acariciaste y besaste, promete que lo recordarás y tendrás esa imagen de mi para siempre, por favor. - Dije sollozando.

Aidan me miró con confusión, pero aún así asintió con la cabeza y me acarició la mejilla.

- Te lo prometo. - Dijo al fin.

Sonreí y empecé a acariciar su rostro asegurándome de que era real, que todo eso era real.

- Te amo. -

Aidan me limpió las lágrimas de las mejillas y volvió a besarme.

- Te amo todavía más. - Le contesté cuando nos separamos.

Nos sentamos en el sofá y solo nos miramos el uno al otro, admirándonos con ojos de amor, observando cada detalle de nuestros rostros, cada poro era importante en ese momento. La mano de Aidan se desvió de la mía y recorrió todo un camino de velocidad hasta llegar a mi hombro desnudo. Tocó mi cuello y comenzó a acariciarlo de una manera tan delicada que me sentía como una joya siendo apreciada por su acreedor. Suspiré. La mano de Aidan subió a mi rostro y con la yema de su pulgar siguió la línea de mis labios seguida por mi mentón. Bajó al espacio entre mis senos, los delineó y después bajó despacio a mi vientre. Cerré los ojos y volví a llorar. Su otra mano viajó a mi cabello mientras su mano aún en mi vientre me hacía sentir pacífica y triste. Interrumpí sus caricias en mi vientre con mi mano y la desvié para ponerla en el lugar donde se situaba mi corazón.

No hablamos, ni uno de los dos lo hizo. Estábamos tan fascinados y centrados en nuestras propias imágenes que nada importaba; el tiempo se había congelado y con él, los problemas y los pensamientos. Para mí ya no había nada, solo dos personas que eran lo más importante para mí; una estaba dentro de mí y la otra me miraba fascinado, encantado. Toqué el rostro de Aidan y tomé una foto mental de ese momento para guardarla en el fondo de mi corazón para siempre, para mantenerla a salvo y nunca olvidar ese preciso momento. Era mágico, todo era real en todas sus formas; la luz de la luna sobre nosotros, el líquido rojo que corría por nuestras venas, el calor que emanaba de nuestras pieles, el color de cada detalle y de cada maniobra. Eso era justo lo que necesitaba, necesitaba a Aidan junto a mí, de esa manera, contemplándome antes de hacerme suya una vez más, admirando el cuerpo inmundo de una mortal. Necesitaba la mirada del futuro padre de mi hijo o hija, del culpable de mi falta de sueño y mis pensamientos impuros. Él era todo lo que necesitaba en ese momento.

Sex instructor | Adaptación AG #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora