Capítulo VII

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Capítulo VIIBlanco

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Capítulo VII
Blanco

¿Si el destino está escrito, habrá manera de cambiarlo?

(...)

Izan la acompañó hasta su habitación en silencio, ninguno de los dos se sentían capaz de hablar, la sensación de angustia seguía en sus pechos; era distinto ver un castigo público cuando la persona había formado parte de tu entorno alguna vez.

Nunca les había afectado, no hasta ese momento.

Alaia tenía aún la imagen de la chica en su mente, el dolor que reflejaron los ojos de Akira le había traspasado el alma. La había visto solo tres días atrás emocionada por su boda.

¿Cómo las cosas habían dado un giro tan grande?

¿Y si de verdad no sabía lo que había hecho su padre?

Ella estaba casi segura que la chica no lo sabía, algo en el dolor de sus lágrimas y la mirada de arrepentimiento del padre, le hacía creer que solo había sido una víctima más de un sistema injusto.

Ambos sentían el peso sobre sus hombros de una realidad que les había caído encima en solo un segundo, como nunca ella se había dado cuenta de la dureza de los castigos de Kaia.

Quizás solo se quiso hacer la ciega. Sinceramente la joven nunca pasó la posibilidad de un final así para nadie cercano a ella, y menos para aquella joven, a pesar de que Akira era una chica superficial, no era mala persona, nadie merecía algo tan horrible.

—Sus cuerpos, ¿Qué harán con ellos? —Alaia se sentía envuelta en una nube de sentimientos extraños para ella, no entendía porqué estaba tan afectada, durante años había visto castigos en la calle a plena luz del día, pero nada a esta magnitud, nada tan cercano,  tan real.

—Son traidores, irán a una fosa común. —Escuchar aquello le hizo temblar, ¿De verdad eran traidores? Ya no estaba muy segura si lo que enseñaron era realmente lo correcto. Ambos se detuvieron frente a la puerta de la habitación de Alaia, y por un minuto o quizás dos estuvieron en silencio tratando de aún procesar lo ocurrido.

De repente la chica pensó en su padre, él siempre había sido gran amigo de Baladi, ¿Que tan mal se estaría sintiendo en ese momento?  Había perdido a su mejor amigo.

—La ví hace tres días, no éramos amigas, pero...

—Te entiendo, me siento así. —Izan le acarició el brazo con cariño. —Nadie merece morir así. —Él levantó la mano y limpió su mejilla, ella no había notado que estaba llorando, también tomó sus manos haciendo que dejarán de temblar.

Alaia aún tenía el sonido agonizante de todos intentaban conseguir un poco de aire en su mente, ¿Cuando podría borrarlo?

—Ella se veía feliz, sinceramente creo que no sabía lo que había hecho su padre —sus palabras eran suaves, pero la casa estaba tan silenciosa que se podía escuchar claramente.

AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora