Capítulo XVII

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Capítulo XVIICelos

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Capítulo XVII
Celos

¿Las lágrimas puedes caer para siempre? ¿En algún momento luego de un dolor profundo se aprende a seguir adelante?

(...)

Por muchos años no creyó en el amor, le parecía imposible en la sociedad que vivían, por lo que si no creía en ello, mucho menos lo hacía en algo más suave como sentir dolor en el alma, pero en aquel momento fue consciente de que era posible.

Aekil, se había colado en la fiesta de Alaia. Como era obvio la madre de la chica no le había invitado era un simple morado sin derecho a estar en aquel evento; sin embargo, ahí estaba sintiendo una fuerte presión en el pecho  mientras la veía bajar por aquellas escaleras, su primer pensamiento fue: 《Se ve tan hermosa》

Para él no había momento en que ella no se viera como el ser más angelical de lo que quedaba del planeta.

El dolor sordo que sentía en el pecho se intensificó un poco más en el momento que el padre de la rubia le dió la bienvenida  al hombre que estaba al pie de la escalera.

¿Era posible morir de un corazón roto? Porque estaba a punto de creer que si podía ocurrirle. Ver a la madre de su amada sonreírle aquel hombre le hizo entender —aunque ya lo sabía, pero su mente se negaba a aceptarlo —, que nunca sería él.

Tomó una profunda bocanada de aire mientras la miraba alejarse del brazo de aquel hombre, no podía apartar la mirada de aquella escena.

¿Qué hacía allí? Se preguntó de repente, y la única respuesta que le vino a la mente era que al parecer le gustaba el dolor y el masoquismo, estaba tan sumido en su dolor, viendo cómo la mujer de su vida se iba del brazo de otro, que no notó que Izan estaba a su lado.

—¿Qué haces aquí? —No lo preguntaba de manera grosera, estaba más bien sorprendido, era imposible que su madre le hubiese invitado.

—¿Si digo que tu madre me invitó me creerías? —Izan levantó una ceja y rió suavemente mientras negaba, obviamente Alaikari, nunca invitaría a alguien inferior a un evento tan importante.  —Me colé —soltó sumamente y luego volvió a buscar a Alaia con la mirada, pero ya se había perdido a lo lejos.

Izan le miró por unos minutos tratando de entender cuál sería el motivo para colarse en el cumpleaños de su hermana, y en ese momento analizandolo sé dió cuenta que en  los ojos de su amigo se veía una tristeza tan grande que parecía abarcarlo todo.

¿Qué había pasado y porque él no estaba enterado? La respuesta le vino a la mente en automático: Alaia.

—No creí que te gustara tanto. —Izan siguió la mirada de su amigo y se dió cuenta que era el lugar por donde había desaparecido su hermana.  Sus palabras hicieron que Aekil le mirará directamente.

—No sé a qué te refieres —respondió tratando de disimular. —Alaia, es mi amiga y me da algo de tristeza que tenga que irse con un desconocido, la gente celebra cuando esto en realidad es una condena.

AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora