Capítulo XXVII

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Capítulo XXVII¿Cuál era el plan?

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Capítulo XXVII
¿Cuál era el plan?

Tener fe no está mal, pero esperar milagros en situaciones de riesgo llega a ser fantasioso.

Alaia, se encontraba en sus brazos y se sentía tan pequeña y vulnerable, por alguna razón podía imaginarse a su hermana de pequeña llorando porque le había asustado en una broma, pero en esta ocasión ese ser inofensivo estaba metida en el peor problema de su vida.

Él amaba a su hermana, era una de las razones por las que había aguantado esa vida por tanto tiempo,  por ello estaba dispuesto a dar la vida por ella.

Pero el estar dispuesto a todo por ella, no quita  el hecho de que le molestará la situación, ambos habían actuado de la peor manera, se habían arriesgando demasiado y ahora sus vidas estaban en riesgo.

Un miedo extraño que nunca había sentido le empezó a recorrer el cuerpo, el miedo a la pérdida, sentía que estaba a punto de perderla aunque aún la tenga frente a él, pero si el gobierno se enteraba, perdería a la persona que más quería.

—Lo siento —volvió a repetir la chica entre sus brazos, llorando e Izan suspiro, estaba molesto y cuando estaba así sus palabras solía ser fuerte, a veces la verdad duele mucho.

—Alaia, un lo siento no soluciona nada. —Ella le miró con los ojos repletos de lágrimas y de verdad eso le rompió el corazón, quería como envolverla en una caja de hierro y aislarla de todos los peligros.

Miró a su amigo que aún estaba sentado en el piso con el rostro lleno de sangre y maldijo, quería seguir golpeándolo, aunque eso no soluciona nada en ese momento, quería sentarse a llorar, pero no podía.

—Suni —dijo con voz fuerte y la doncella se sobresaltó, le dolía la miraba que le estaba dando el rubio, pero quizás se lo merecía. —Trae algo para curar al idiota.

Suni, asintió y prácticamente corrió hasta el baño para buscar un balde con agua y una toalla, al volver se agacho y empezó a limpiar el rostro magullado de Aekil.

Alaia se soltó un poco de él y se fue a acerca a Aekil pero Izan la detuvo, ella le miró de forma penetrante, estaba asustada y preocupada pero amaba a aquel hombre y sí, había  pecado, pero él más que nadie odiaba este mundo ¿por qué la miraba de esa manera por solo enamorarse? ¿Por qué se atrevía a juzgar?

—Suéltame, por favor —susurro entre dientes a Izan, pero este negó y ella intentó soltarse nuevamente con un poco más de fuerza.

—Le vas a hacer daño —dijo el moreno levantándose del suelo y acercándose a la escena, a él podía golpearle lo que quisiera pero tomarla así del brazo la lastimaba y eso no lo iba a permitir.

—Él te hizo esto... —susurró Izan y Alaia rió sin gracia, de verdad intentaba colocarse en su posición.

La hermanita que había protegido toda la vida, el ángel que estaba acostumbrado a ver, había cometido el error más grande que alguien podía hacer en Ankara, pero aún así se estaba comportando como un imbécil y no tenía ánimos ni tiempo para aguantar eso.

AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora