Capítulo XXVI

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Capítulo XXVIAyuda

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Capítulo XXVI
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¿Cuando algo deja de ser correcto, dónde está la línea que se cruza cuando la justicia es algo subjetivo?

Alaia no estaba de acuerdo, era un problema que ella solita se había buscado e implicar a su hermano era lo más bajo que podía hacer, llevarlo a la horca sería peor castigo que la muerte.

Ella amaba a su hermano y sentía que le estaba condenado, lo cual era una realidad, contarle sería hundirlo en ese pozo donde ya estaba sumergida.

Por más que lo pensará no le gustaba la idea, no quería, simplemente, no.

—No quiero meterlo en esto, Aekil —su voz era firme  mientras se aleja un poco del chico de ojos verdes que le mira con intensidad, no podía.

—¿Y tu crees que yo si? es mi mejor amigo Alaia, le quiero como a un hermano —respondió casi indignado.

—¿Entonces, por qué quieres sacrificarlo? —respondió rápidamente la joven intentando no llorar, ahora todo le daba ganas de hacerlo.

—No lo veo como sacrificio, solo soy realista, no tengo el dinero para planear una huida, ni el poder, no les voy a sacar de acá a pasar hambre, Alaia. —Toma aire y despeinó su cabello. —Izan es la única persona que nos ayudará sin importar nada, es la única opción.

Ella lo sabía, pero aun así le dolía admitirlo, le dolía ser tan egoísta como para también arruinar la vida de su hermano y convirtiéndolo en cómplice.

Su cuerpo empezó a temblar y sus ojos empezaron a derramar lágrimas al darse cuenta que no tenía salida, era la única opción aunque no le gustara.

El joven se acercó a ella y la abrazó con cariño mientras la consolaba, ella no dejaba de preguntarse qué hubiese pasado si no sé hubiese arriesgado tanto.

—Tengo miedo —susurro en el pecho de Aekil, y este la abrazó con más fuerza como tratando de protegerla del mundo.

—No te voy a mentir diciendo que yo no lo tengo, pero no podemos dejarnos paralizar por el miedo, podemos con esto y con más ¿está bien? —Ella le miró a los ojos y trató de asentir, pero solo se formó un puchero y luego solo pudo llorar más.

Él la abrazó por un rato, sobando su espalda con cariño, era una locura, pero era lo único que podían intentar antes de ser sentenciados, hiciera lo que hicieran no tenían nada que perder en ambas opciones se arriesgaban a la muerte.

—¿De verdad no pensabas decirme? —susurro de repente Aekil.

—No queria arriesgarte, con un solo culpable era suficiente, ademas queria intentar hacer pasar al bebé como hijo de Zev, pero Suni me hizo ver sus diferencias físicas —susurró cansada, estos días habían sido agotadores.

—¿Querías que otro criase a mi hijo?  —pregunto algo ofendido.

—Fue lo único que se me ocurrió coherente para no morir ambos —respondió la joven algo a la defensiva, no estaba para ataques de celos.

AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora