Vida en familia

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La luz que entraba por el hueco de las cortinas me hizo abrir los ojos. Lentamente me fui desperezando, mientras una sonrisa se apostaba en mi cara, recordando la pasada noche. Giré la cabeza, mirando a Jungkook, que dormía tranquilamente. La sabana le llegaba por la cintura, dejando su musculoso y fuerte pecho al aire. No pude evitar pasar mis dedos, suavemente, por aquellos abdominales; él, como respuesta se revolvió ligeramente, mientras se pasaba la mano por la cara.

El reloj marcaba las ocho y media de la mañana; decidí no despertarle, y llamé al servicio de habitaciones, encargando el desayuno. Me di una rápida ducha, y justo cuando terminaba de atarme el albornoz, llamaron suavemente a la puerta.

La chica dejó el carrito en el marco de la puerta, mientras le daba una pequeña propina. Jungkook se empezaba a desperezar. Llené las tazas con café, y me senté a su lado, mientras el lentamente abría los ojos; al verme, una sonrisa se extendió por su cara.

- Buenos días - me dijo bostezando.

- Buenos días bello durmiente - me incliné hacia él, mientras que con la nariz recorría su cuello, dándole tiernos mimos. Sus manos buscaron mi cintura, y me hizo sentarme encima de él.

- Me encanta que me despiertes así, ¿lo sabías? - me preguntó, todavía un poco adormilado.

- Lo tendré en cuenta para el futuro - susurré divertido, mientras subía por su cuello a buscar su boca. Al juntarse éstas, Jungkook se incorporó, haciendo que nuestro beso se hiciera más profundo. Me acarició el labio inferior con la lengua, y mi reacción fue abalanzarme contra esos labios. Nuestras lenguas se movían como un tornado, ansiosas, pero a la vez dulces y delicadas. Un hormigueo empezó a recorrer mi cuerpo al notar cierta parte íntima de mi novio despertarse también. Dejó mi boca, para besar mi cuello y parte de la clavícula, que quedaba libre debajo del albornoz. Leves gemidos volvieron a salir de mi garganta, pero recuperé la cordura para poder hablarle.

- Ju...Jungkook...me estás volviendo loco- jadeé bajito.

- Eso pretendo - contestó mientras seguía entretenido con mi clavícula. No pude evitar empezar a respirar con dificultad, mientras mis manos acariciaban sus hombros y brazos.

- Lo de anoche fue fantástico - le confesé, inclinándome hacia su oído. Levantó la vista, mientras esbozaba una sonrisa.

- Sólo hay un pequeño problema - dijo mientras miraba mis labios, acercándose lentamente y quedando a unos pocos milímetros. Me tensé un poco, con la poca experiencia que tenía en relaciones quizá él no habría disfrutado lo suficiente.

- Que en este instante estás vestido - murmuró en mi boca, mientras me desabrochaba el albornoz y lo quitaba de nuestro camino.

Mi pecho quedo expuesto a su mirada. Pasé mis manos por su cuello mientras nos enzarzábamos en otro apasionado beso. Sus manos lentamente empezaron a acariciar mis pezones, mientras que las mías trazaban líneas imaginarias en su espalda. No pude hacer otra cosa que volver a buscar su boca, necesitaba sus besos tanto como respirar.

Lentamente se fue deslizando por la cama, hasta que quedó completamente tumbado. Ahora era mi oportunidad de devolverle todo el placer que me regaló ayer.

Dejé su boca y empecé un camino de besos desde su cuello hasta su abdomen. Besé y saboreé cada trozo de su pecho, lenta y sinuosamente. Mis manos pasaron alrededor de su ombligo, que también besé, y llegaron a esa uve que me trastocaba. Al retirar la sábana, su erección, más que notable, hizo acto de presencia en todo su esplendor. Lo miré un poco alucinado, anoche no me di cuenta, no estaba nada pero que nada mal...

Tras unos momentos de vacilación, decidí ser atrevido, y con mis manos, un poco temblorosas, lo tomé.

Empecé a acariciarlo suavemente, mientras él jadeaba y gemía de una forma más que considerable. No pude evitar besar suavemente la punta de su masculinidad, y noté cómo se estremecía, a la vez que se incorporaba un poco, ligeramente asombrado.

Cuidando un corazón - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora