𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

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Después de haber arreglado un poco el cuarto que sus dos amigos le habían dado, Pablo decidió arreglarse, ya que tenía entendido que ese día habría un evento importante en la casa de los Madrigal, además de que hacía mucho tiempo que no había esta...

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Después de haber arreglado un poco el cuarto que sus dos amigos le habían dado, Pablo decidió arreglarse, ya que tenía entendido que ese día habría un evento importante en la casa de los Madrigal, además de que hacía mucho tiempo que no había estado en una fiesta.

El sol se ocultaba y Pablo terminaba de arreglarse, se miró al pequeño espejo del cuarto y suspiró. Estaba triste, mucho. Hacía años que estaba buscando a Bruno, había escapado de aquella escuela militar a la que sus padres lo habían inscrito y no había vuelto nunca jamás a verlos y ni siquiera estaba interesado en eso. Tal vez parecía infantil o tal vez sonaba tonto, sabía que ir en busca de alguien que quizá ya lo había olvidado era estúpido, pero algo en su corazón le decía que valía la pena, algo en él le decía que Bruno lo necesitaba, que lo extrañaba y Pablo siempre había seguido las indicaciones de su corazón.

—Ay Brunito..¿en dónde estás? —murmuró con tristeza y preocupación. Pero un toque en su puerta hizo que reaccionara, haciendo que se alejara del espejo y abriera la puerta.

Al abrirla se topó con la hija menor de Julieta, quien lo miraba con una sonrisa amable. Ella se había arreglado un poco más para el evento, aunque Pablo notaba en su mirada que no se encontraba del todo feliz.

—¡Noches señor Pablo! Mi mamá me pidió que le avisara que ya podía ir a la sala principal, la fiesta está a punto de comenzar.

—Gracias Mirabel. —dijo con una sonrisa, para después cambiar su expresión a una de burla.— ¡Y no me digas señor! Estaré viejo pero no tanto.

La de cabellos cortos soltó una risa, seguida del moreno. Los dos se dirigieron hacía la entrada principal, donde la gente del pueblo llegaba alegre y con grandes sonrisas, casita los recibía con alegría y los ayudaba con sus pertenencias, los niños jugaban y reían. Pudo observar como los hijos de sus amigas también los recibían con alegría, hasta que vio que Pepa le levantaba la mano, indicando que quería que se acercara. Al llegar vio a Félix, quien le sonreía con suma alegría, a sus lado se encontraban dos muchachos, una mujer con ojos grandes de color avellana y alta, su cabello era rizado y se encontraba recogido en un moño. Llevaba una camisa blanca y amarilla con adornos de color dorado, mientras que también llevaba una falda larga de color rojo bordada de rayas amarillas. Esta lo miraba con algo de sorpresa, analizándolo levemente al verlo, haciendo que esto hiciera dudar un poco a Pablo.

Mientras tanto, al otro lado de Félix, un chico un poco más bajo que la mujer lo miraba con una sonrisa ladina, mientras que su rostro estaba decorado de algunas pecas, que abordaban su nariz y sus mejillas. Su cabello era castaño y al igual que el de su hermana era rizado y de ojos verdes. Su vestimenta consistía en una camisa blanca de mangas largas que se encontraban arremangadas, una ruana amarilla con vetas un poco más oscuras y pantalones negros. Pudo notar como en su ruana tenía un patrón de camaleones.

—Pablo, te presento a mis dos hijos mayores; Dolores y Camilo. —dijo Pepa con una gran sonrisa.

—¡Mucho gusto chicos! Soy Pablo, un viejo amigo de su madre, ¿emocionados por el evento de su hermanito?

𝐋𝐎𝐎𝐊𝐈𝐍𝐆 𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐎𝐔 | 𝐛𝐫𝐮𝐧𝐨 𝐦𝐚𝐝𝐫𝐢𝐠𝐚𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora