Capítulo 3

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—A mí no me la das guapita, tú quieres hacerles el calendario porque el de la porra te tiene loquita perdida —dijo Bruno cuando Alejandra le confesó que quería colaborar con la policía.

La noche anterior cuando Rafael se fue, les había contado a él y a David lo que le había explicado su vecino sobre el calendario solidario, cómo por un accidente laboral se habían quedado sin fotógrafo y que, tras verla en la televisión durante la sesión con Di Paliano, sus compañeros habían pensado en ella para que sustituyera al amigo herido que iba a encargarse de realizar las fotografías. Además había añadido, a modo de justificación, que para ellos iba a ser publicidad positiva colaborar en la creación de un calendario solidario.

—Tú siempre tan explícito Brunito —exclamó Alejandra, ruborizándose hasta la raíz del cabello. Su amigo le daba un nuevo significado a la palabra «franqueza».

—Hija, las cosas claras y el chocolate espeso. Se te vio el plumero anoche cuando lo viste en la puerta, pero si casi se te cae el short de la emoción —continuó con su acostumbrada retórica.

—Vale es atractivo, me gusta —concedió al fin—, ¿ qué hay de malo en eso? —preguntó molesta por haberse visto obligada a confesar. Una cosa era que se le notara un poco y otra muy distinta que Bruno la calara tan profundamente.

—Nada mujer, no te pongas a la defensiva. Simplemente estaba constatando un hecho. Ese policía te pone atómica y tú en lugar de pedirle que te lea tus derechos, a saber: en privado, decides hacerles fotos a él y a sus compañeros totalmente gratis, sin beneficios de ninguna clase, pues qué quieres que te diga. Yo le exigía que me pagara en especia o si no nada de nada. Al fin y al cabo, salís los dos ganando —le aconsejó su amigo, que lo único que deseaba era que Alejandra por fin se soltara la melena y se dejara de remilgos.

—¡Serás bruto! —se quejó, aunque la idea de Bruno la atraía poderosamente—. Aunque ya puestos, también te puede pagar a ti, tampoco es que tú no le mires con ojos golositos.

—Ahora mismo estoy enamorado de David y no tengo ojos para nadie más. Excepto quizás para Evelyne, la dependienta de Loewe y ese par de buenas razones que me pone en la cara cada vez que paso por allí —se mordió el labio al recordar a la voluptuosa morena.

—¿Otra vez vas a cambiarte de acera? —preguntó Alejandra con intención de molestarle. Después de lo borde que había sido con ella se merecía su pulla.

—Cariño, yo vivo con un pie en cada lado. No me enamoro del sexo, o del género, si te parece más correcto. Me enamoro de la persona, que sea hombre o mujer para mí es anecdótico.

—Ya veo —comentó con desgana.

—Lo que ves es que no te voy a seguir el juego, y que por lo tanto no voy a ofenderme por tu lengua viperina. De manera que si no me disgusto no vas a tener ninguna razón para enfadarte conmigo y hacer tu santa voluntad, que no es otra que hacerle las dichosas fotos al policía macizo —Bruno suspiró mientras pasaba las páginas de su agenda—. El viernes puedes hacerlo, tienes el día libre —concedió ante la sonrisa feliz de Alejandra —. En realidad tienes el fin de semana libre, pero si no vas a sacar nada con esto, lo mejor es que las hagas el viernes, y así el fin de semana podemos salir y trasnochar, que buena falta que te hace desfogarte un poco. Estás empezando a perder hasta el color —la regañó muy serio.

—¡Qué malo eres! Además el calendario es por una buena causa —recalcó Alejandra.

—Sí, una buena causa. Por lo menos disfrutaremos de las vistas de los torsos más musculosos y trabajados de todo el cuerpo de funcionarios —se relamió su amigo.

—¿Vas a venir? —preguntó sorprendida, ya que después de la charlita que le había dado no parecía dispuesto a acompañarla.

—Claro. Soy tu socio, además, como bien dices, es por una buena causa —Bruno repitió el mismo argumento que ella había esgrimido durante toda la conversación, aunque en sus labios sonaba un poco irónico e incluso sarcástico—. El hecho que los policías me apasionen desde niño, no tiene nada que ver con mi decisión de acompañarte —confesó mientras le guiñaba un ojo.

NO TE VAYAS ESTA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora