Capítulo 10

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Alejandra se despertó en plena madrugada con la intención de huir sigilosamente, el problema era que como buen policía, Rafael tenía el sueño ligero y el oído alerta.

—¿Dónde vas a estas horas? —preguntó somnoliento, apenas hacía unas horas que se habían dormido.

—A casa.

—¿Ahora mismo?

—Creí que habíamos acordado que entre nosotros no había nada serio —comentó Alejandra un poco más alterada de lo normal.

—Entiendo, y el hecho de quedarte a dormir conmigo crees que es demasiado serio para nuestra relación —aventuró Rafael que ya iba comprendiendo por dónde iba el razonamiento de Alejandra.

—Sí.

—Bueno, pues no te preocupes, no es así.

Ella se quedó mirándole a la espera de que siguiera con su explicación, pero Rafael se volvió a tumbar sin añadir nada más.

—¡Rafael!

Asombrosamente este se había vuelto a quedar dormido en cuanto posó la cabeza sobre la almohada.

—¡¿Qué pasa?! —preguntó desorientado.

—No has terminado de explicarme por qué no es mala idea que me quedé a dormir —comentó Alejandra cada vez más exasperada.

Rafael sonrió pícaramente

—Porque me levanto con un humor excelente. Por eso Alejandra, por qué iba a ser si no, venga duérmete que en unas horas quiero demostrarte lo veraces que son mis palabras.

Alejandra se calló y se tumbó con la mente dando vueltas a las palabras de Rafael. Él por su parte ya no pudo volver a dormir. Nunca tenía ganas de levantarse junto a la mujer con la que se había acostado la noche anterior, pero con Alejandra la cosa cambiaba. Se había dado a sí mismo las mismas razones que había intentado venderle a ella, que el sexo mañanero era espectacular, pero mientras que con ella había funcionado la mentira, él era consciente que había algo más tras su interés en que se quedara... Se apretó contra el hueco de su espalda y dejó que pasaran las horas.

Alejandra abrió los ojos en la oscuridad y antes siquiera de terminar de despertarse su corazón comenzó a latir acelerado. El recuerdo de una promesa se abrió paso en su obnubilada mente:

«Me levanto con un humor excelente».

La voz ronca de Rafael sonaba en su cabeza con todos los matices que habían hecho que, en contra de su costumbre, bajara las defensas y se quedara a dormir con él.

Remoloneando en la cama comenzó a moverse, desperezándose. Se apretó contra el cuerpo cálido que yacía pegado a su espalda, y notó el momento exacto en que el buen humor de Rafael se activó.

—Buenos días —saludó él con la voz pastosa por el sueño.

—Humm. Todavía no, pero prometen serlo —contestó ella con picardía.

—Susana, estás loca. No va a colar. Yo no sé ser un heterosexual normal.

—Por Dios, Bruno, no seas quejica.

—No soy quejica, es la verdad. Además es imposible que se lo crea, estuve en tu boda con David y no fuimos precisamente discretos.

—Pues fingiremos que nos van los tríos —se burló Susana.

—Empiezas a darme miedo. Quiero que lo sepas.

Susana hizo un puchero exasperada por la negatividad de su amigo que normalmente era más decidido.

NO TE VAYAS ESTA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora