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Guadalupe.



Cuando lo tuve tan cerca mi piel se erizó por completo, cerré mis ojos dispuesta a ser besada mi cuerpo parecía una gelatina ya que se amoldaba a sus manos o a lo que él quisiera hacer conmigo. Lastimosamente su celular interrumpió el momento y se tuvo que separar y levantarse de encima de mí... ¿Qué estás diciendo Guadalupe? Gracias a Dios el celular sonó, vos tenes novio y ni siquiera deberías estar acá. Pase mis manos por mi rostro, tome aire y me senté, estaba por hablar pero el fue más rápido.

—Llegó la comida, rapidísimo... —Se levantó y paso su mano por su cabello. Asentí con mi cabeza sin saber que decir, la puerta sonó y el fue a abrir, solamente tardo dos segundos y volvió a pasar por la arcada que daba la entrada al living con dos cajas. — ¿Dónde queres comer?

—En la cocina... Así no ensuciamos acá —Me encogí de hombros, el asintió con su cabeza para después hacer una seña para que lo siga. Fuimos a la cocina y ayude a agarrar los platos y cubiertos. Una vez sentados y con la comida servida el hablo.

—Contame un poco más de vos... Solo sé que sos la madrina prófuga de Coti y que sos maestra jardinera. —Habló para después comer un poco de su milanesa. Copie su acción comiendo un poco y me encogí de hombros.

—No hay mucho más para contar... —Reí levemente. El me miro y negó con su cabeza.

—No quiero ser atrevido pero... ¿Qué fue lo que te paso en la casa de Ale? —Cerré mis ojos y suspire. — Si no queres decírmelo lo entiendo pero quiero que sepas que yo soy una tumba, lo que me digas no sale de acá.

Solamente lo mire, lo mire por unos segundos y negué con mi cabeza. Tomé un poco de agua y me encogí de hombros.

—Últimamente estoy teniendo ataques de ansiedad, de pánico... Nunca pensé que esas cosas eran reales, siempre pensé que la gente exageraba sobre cómo se sentía o que era lo que les pasaba... Pero ahora lo estoy viviendo en carne propia. —El solamente me miraba y asentía con su cabeza. — Cuando estoy en situaciones que creo que pueden llegar a poner en peligro mi vida o mi bien estar me empiezo a quedar sin aire, me da vuelta todo... —Su rostro cambió frunciendo un poco su ceño, solamente levanté mi ceja. — ¿Qué?

—Perdón pero... Hoy ¿Por qué ir a comer con nosotros iba a poner en peligro tu vida? Perdón, no quiero ser irrespetuoso pero no entiendo. —Solamente baje mi vista y jugué un poco con mi comida.

—No es fácil de explicar... —Murmuré y volví a verlo sonriendo levemente. — Son muchas cosas pero no puedo explicarlas, solo pasan...

—Me gustaría entenderte y poder ayudarte, sos joven Lupe y se nota que sos buena piba. Sé que recién ahora te conozco pero se nota que no te mereces para nada lo que estas pasando y quiero que sepas que podes contar conmigo, a partir de hoy tenes un amigo en quien confiar —Sonrió levemente logrando que yo también sonría. Moría por abrir mi boca y poder largar todo pero no era fácil, me costaba ¿Y si se reían de mí por ser tan boluda? ¿Y si le daba asco por saber que dejo hacerme todas esas cosas por Matías? Eran muchas cosas que pasaban por mi cabeza las cuales no me permitían hablar.

—Gracias, pero ya va a pasar son momentos que pasan... —Me encogí de hombros y comí un poco. — Bueno, ahora contame de vos porque si queres ser mi amigo no puedo conformarme con saber que sos Nicolás y jugar a la pelota, necesito más información. —Se rio levemente y empezamos a hablar, bueno yo lo escuchaba como él me contaba que tenía hijos y de cómo era su vida allá en Lisboa.

Por primera vez, después de mucho tiempo, sentí interés por una charla, me sentí cómoda y sin miedo de nada, pude hablar libremente y hacer algún que otro comentario sin ser juzgada o mal vista.

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Pueden seguirme en instagram @camiquinteroool 💚

Creo.|| Nicolás OtamendiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora