La ciudad de Caiyi, comenzó a encender sus resplandecientes luces a muy altas horas de la noche. Para este momento, era muy común escuchar a mercaderes gritar. Mientras otros, comenzaban a cerrar o abrir diferentes puestos de trabajo. Muchos tenían una mirada cansada después de aguantar un día muy ajetreado. Otros, en su mayoría estudiantes u oficinistas, tenían un aspecto más cercano a un zombi. Caminaban de manera lenta hacia diferentes rumbos. Vivían sus vidas de manera monótona. Algunos, en realidad, nada los motivaba a vivir, únicamente lo hacían por hacerlo. Era triste ver como sus miradas se perdían; esperando alguna señal que les murmurara que valía la pena seguir confrontando su día adía.
En esa multitud tan fatídica, se encontraban dos figuras, que si se miraban de un ángulo lejano se podía notar que una era más alta que la otra. También—si se era más observador—, se podía apreciar como la diminuta figura, sostenía de manera fuerte el pantalón de la sombra más alta. Esa sombra pequeña pertenecía a Lan WangJi, un niño de seis años que se encontraba junto a su tío Lan Qiren, recogiendo su uniforme, ya que pronto se internaría en el mundo escolar.
Mientras su tío conversaba un poco con el señor sastre, algo llamó la atención del pequeño. Se despegó del pantalón de tela de su tío, y con una mueca en su rostro se fue acercando, hasta llegar a una especie de lana roja que se encontraba tirada en el reluciente suelo de madera de la sastrería. A Lan WangJi, siempre se recalcó que el desorden, no siempre era bueno. Así que en su inocencia imaginó que al señor sastre —en su descuido—había dejado caer su tan importante instrumento de trabajo. De manera lenta se inclinó para recoger la punta de la gran hebra roja y comenzar a enrollarla de manera satisfactoria en su pequeña mano, sin duda alguna su tío estaría orgulloso de su gran trabajo juntando la larga hebra roja. Ahora, el único problema es que esa hebra parecía ser infinita.
Estaba tan empeñado en recoger toda la larga hebra. Porque en su pequeña cabeza era todo un desafío personal, el enrollar la interminable fibra roja, costara lo que costara: que se puede decir, después de todo, es un Lan. Tan grande fue su voluntad, que no se dio cuenta de que comenzó a salir del local de sastrería. No despertó de su fascinación, hasta que se vio llegar a un callejón muy oscuro; donde la tenue luz apenas y lograba mostrar una sombra pequeña de un niño algo sucio, que estaba hecho bolita encima de un deteriorado y sucio cartón.
Algo que le pasmó, fue ver que el final de la interminable hebra, color rojo, parecía estar amarrada a la huesuda muñeca del otro niño; aunque, este parecía no darse cuenta de esto. De manera repentina, el hilo comenzó a brillar de un rojo intenso. Comenzando a envolverse como serpiente en la pálida muñeca de Lan Zhan. Justo en ese momento el pequeño Lan se quedó inmóvil al ver el exquisito baile de colores, que el hilo le estaba mostrando. Estaba completamente sin palabras, solo sintiendo como el hilo comenzaba a arrastrarse hasta casi llegar a su corazón, brillando cada vez más; una vez sintió un pinchazo en su pequeño corazón, las luces del hilo se apagaron. Todo quedo en un silencio sepulcral, solamente dejando el sonido del viento que estaba ocupado, balanceando las copas de los árboles; incluso se podía escuchar, como se llevaba a rastras, unas viejas latas, que estaban tiradas en el maloliente callejón.
¡¿Qué fue todo eso?!
No supo cuando la pequeña sombra comenzó a acercarse a él, hasta que salió de su ensañamiento y levanto la vista al comenzar a sentir su cercanía. Y entonces, lo sintió, sintió como el mundo se detuvo. Incluso el viento dejó de mecer las copas de los árboles solo para detenerse a admirar a al encantador ser que salía de la oscuridad. Las personas empezaron a caminar más lento. No necesito de mucho para perderse en esa plateada mirada que parecía ser una digna competencia de la luna, era simplemente la mirada más hermosa que había tenido el privilegio de contemplar.
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Thread Of The Destiny
FanfictionEl destino es el que baraja las cartas,pero nosotros somos los que jugamos. -William Shakespeare