Corceles resonaban a las afueras de Louveciennes , alborotando plebeyos y sustentando la curiosidad de hermosas damicelas ansiosas por conocer quiénes eran aquellos entes tan temidos por el pueblo parisino.
Nobles caballeros Franceses sobre sus ejemplares de cabellos negros brillantes y fuertes herraduras, herradas por los mejores del país.— ¡Os atrevéis a venir aquí! El pueblo Parisino no busca iniciar una guerra contra nuestros hermanos españoles, ¿Qué buscáis aquí?
El letrado fue quién decidió emitir su excusa primero, levantando el peso de su cuerpo sobre su columna vertebral; sus gruesos y pesados lentes descansando sobre aquél desviado tabique, mientras que su canoso cabello hacía tregua con su tan arruinada figura.
— Nuestro amo y señor Felipe IV, nos ha enviado aquí para iniciar un consenso. ¡Queremos las tierras de Kortrijk de regreso!
Los nobles del ejército burgués asintieron con una oscura y desafiante mirada, redirigiendo al carruaje hacía los alcázares.
Militantes de la fuerza española mantenían protegidos a los reales delincuentes de aquella batalla; emperador Zhou y su plebeyo JinMu, ¿Eran realmente tan de temer?— Abran paso a los nobles caballeros de la burguesía Española, damos la más cordial bienvenida a los fortines del Rey.
El jóven pelinegro hizo acto de presencia, resonando su bastón platinado contra la cerámica del salón principal, con aura tranquila y desafiante.
— Louis XIV, rey y gobernador del pueblo Francés, pueblo al cuál ustedes desean arrancar todo rastro de tranquilidad.
Un joven muchacho de cabellos nevados bajó del corcel para presentarse a su majestad; realizando una pequeña referencia.
— Mi señor nos ha enviado para recuperar nuestro patrimonio de una forma pacífica, rogamos su máxima disposición y respeto, su majestad.
El zagal de tez pálida y pómulos ligeramente pronunciados levantó su mirada, tan profunda e inocente; orbes almendrados con iris celeste, a los ojos de Louis juró por segundos que aquél era irreal.
— ¿Quién eres tú y quién te crees para venir a invadir mi intimidad de esta forma? Felipe y yo no tenemos porque arreglar esos asuntos, mi padre fue quién lo hizo.
El ajeno se disculpó, emanando una sonrisa cálida antes de volver a inclinarse hacia el muchacho.
— Permítame disculparme señor... Mi nombre es Ivan IV, Zar Ruso en apoyo a las tropas españolas.
El mayor asintió, haciendo una pequeña reverencia al muchacho antes de regresar a su trono.
— Muy bien, envíen este mensaje a Felipe, nosotros ganamos Kortrijk, Mons y Luxemburgo limpiamente; esas fortificaciones nos pertenecen tanto a la burguesía como al pueblo Parisino y Francés. ¡No pierdan su tiempo por el amor de dios!
Zar pareció entender la razón, dándole la espalda al cuerpo de su ahora máxima autoridad en el país.
Volteó a ver a sus militares, pasando su dedo por el contorno de su cuello; soltando un suspiro.
— Entendido, su majestad...
Pasó su lengua por sus cerezos luego de susurrar aquello con cierto letargo, reincorporandose a la tropa.
— Sabrá de nosotros en cuánto nuestro rey reciba su respuesta.

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Dinasty
Fantasíaun conjunto de problemas entre seda mojada pondrá fin al autocontrol de Louis.