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El sonido de alguien golpeando mi puerta me levanta y a pesar de que solo quiero seguir durmiendo como los últimos 3 días, el ruido no se detiene

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El sonido de alguien golpeando mi puerta me levanta y a pesar de que solo quiero seguir durmiendo como los últimos 3 días, el ruido no se detiene.

-¡Arriba y a brillar! Es un nuevo día -la frase tan conocida me evoca recuerdos tan pronto la escucho y esta vez no es el mismo médico que siempre viene a hablarme quien me obliga a despertar, sino Sarah, y no se limita en abrir las cortinas de par en par para iluminar la habitación entera cuando me encuentra despierta.

-¿Cómo puedes seguir en cama con el hermoso clima que hace afuera? ¡Mira el sol! Y hmmm el calor -exhala.

No quiero levantarme.

En mis sueños estoy bien. En mis sueños no hay dolor. En mis sueños puedo respirar. En ellos la

mayoría de las veces Alison está viva.

No debo lidiar con esto.

No debo rendirle cuentas a nadie.

Todo lo que hago es fijar mis ojos en un solo lugar. El punto exacto en donde el piso se une con la pared y nada más. Hago esto con frecuencia, cada que vienen a verme e intentan entablar una conversación, solo miro y miro hasta que se rinden y deciden dejarme sola.

-¿Madison? ¿Estas ahí?-ella entrecierra los ojos a sólo centímetros de mí.

¡Déjame sola!

-¡Vaya, al menos parpadeaste! -suspira y cuando menos lo noto ya está arrancando las sábanas de mi cama. Su inesperada intromisión consigue ponerme en alerta y ante eso ella solo cruza los brazos indiferente.

-Fue suficiente -me dice al verme de pie-. Me niego a quedarme aquí viendo como te pudres en esa cama sintiendo lástima por ti. No voy a hacerlo y tú tampoco deberíamos. Estamos solo tú y yo como antes -agrega y luego se sienta en mi cama como si reclamara un territorio que jamás fue de ella.

-Sabes que no estás restringida a este cuarto, ¿no? -me cuestiona-. Puedes salir y bajar a la cocina a comer algo o dar un paseo por el vecindario y todo eso... Oh, ¿recuerdas cuando salíamos a caminar y tú podías identificar las razas de todos los perros que encontrábamos en el camino? -ríe y luego al darse cuenta de que solo permanezco inmóvil a unos pasos de ella, suspira.

-Tengo uno de esos en casa que seguro se muere por verte, ¿recuerdas a Dough? -dice y luego ladea la cabeza como si hubiera decidido de pronto convertirse en su propio perro -. ¿Te da comezón? -me cuestiona y hasta entonces soy consciente de que lo dice porque he vuelto rascar mi muñeca, así que la escondo antes de que ella pueda ver más y después miro hacia la puerta pensando en si realmente sería buena idea huir de aquí.

-Si esperas que alguien más venga, nadie lo hará. Solo estamos tú y yo en esta enorme mansión -comenta captando de nuevo mi atención-. Ellos fueron a elegir al jurado que estará en la audiencia del doctor Hoffman.

EL CÓDIGO QUE NOS ROMPE (LIBRO 2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora