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Mantengo la vista en la pantalla de mi teléfono que ha filmado todo el camino desde que salimos del hotel en Londres

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Mantengo la vista en la pantalla de mi teléfono que ha filmado todo el camino desde que salimos del hotel en Londres.

Todo lo que nos rodea es un inmenso bosque verde y lleno de lodo; el cual llevamos recorriendo aproximadamente una hora en una patrulla y la única sensación que recibo es que avanzamos en círculos.

Si bien he tratado de no pensar en las cien mil posibilidades en las que el día de hoy puede terminar, casi quiero arrancarme el cerebro cuando el único y terrible pensamiento que permanece constante es el de encontrarnos con la sorpresa de que Madison realmente está muerta y aunque no quiero parecer pesimista, sé que es una muy grande posibilidad.

«Sin señal. Solo llamadas de emergencia» anuncia mi teléfono al tiempo que lo hacen los de todos los demás.

-Fue aquí mismo donde se perdió la señal del rastreador de la niña -informa el inspector Armstrong; el nuevo encargado de la investigación por la desaparición de Alison aquí en Inglaterra.

Eso solo puede significar una cosa. Nos estamos acercando.

Muerte

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Muerte.

Eso es lo único en que consigo pensar a cada segundo del día que pasa desde que Alison no está.

Cuando escucho los llantos de un niño provenientes de otro dormitorio la idea de que están por liberarlo se aferra a mi mente.

Anoche mientras Rosie nuevamente empujaba la comida por la sonda de alimentación para obligarme a comer luego de que me rehusara a hacerlo, la idea también cruzaba por mi mente y ayer, cuando soñaba que me rescataban, Wen se encargaba de asesinarlos a todos y se aseguraba de mantenerme con vida.

-Buenos días, Madison -Dawson interrumpe mis pensamientos cuando se sienta en la silla frente a mí.

Me han traído a la sala de pruebas donde constantemente lo único que prueban es mi memoria.

El silencio es mi respuesta justo como ha pasado los últimos días.

-Madison, te están hablando -Vanderbilt me da una descarga que únicamente consigue hacerme apretar los dientes con tanta fuerza que incluso siento como se desgastan.

EL CÓDIGO QUE NOS ROMPE (LIBRO 2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora