El Muelle

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Miro la escena y me alejo lo más rápido posible, escucho un disparo detrás de mi, me giro y veo a los tres chicos, de los cuales uno yace muerto en el suelo y los otros dos contemplan su cuerpo tirado y envuelto en su propia sangre. Suelto un grito horrorizada al ver el cadáver y éste me delata,  en este momento sólo tengo dos posibilidades: correr o tirarme al agua. Por supuesto escojo la primera, aunque no llegué muy lejos, me quito los tacones lista para correr. James me barra el paso, me giro e intento correr otra vez con los altísimos tacones en mi mano, pero es imposible, James me había cogido nuevamente de la cintura y muy fuertemente, tenia mi cuerpo demasiado cerca del suyo, él aparta mi cabello dejando mi espalda descubierta ante sus ojos, sus manos son frías y recorren mi piel, no iba a dejar que pase otra vez, era diferente. Sin dudarlo , le doy un codazo en su abdomen y corro, pero el chico de los rizos me coge por la cintura y me eleva a sus hombros como a un saco de patatas.
-Bonito trasero rubia -dice el de rizos castaños guiñándome uno de sus bonitos ojos color avellana.
-Gilipollas -acto seguido pataleo consiguiendo que no me soltara, al contrario, una de sus manos subió hasta mis muslos, provocando un escalofrío en mi cuerpo y allí su agarre se volvió doloroso.
-Charlotte, Charlotte -movió la cabeza  desaprobando mis patadas y mi insulto no hiriente para él- Tienes que aprender a mantener esa boquita cerrada -su mano iba subiendo hasta que rozó mi vestido- O de lo contrario acabarás mal -me baja de su hombro.
-¡Venga Brad, déjate de jueguecitos! Vayámonos antes de que la pasma vengaaaa- James arranca su moto.

Así que el desconocido de pelo castaño se llama Brad...
Noto un pañuelo en mi boca y nariz, este olor me es familiar, este olor ... Es cloroformo ¡otra vez no!, mis músculos se relajan y caigo, pero no en el suelo, sino, en los brazos de Brad.
Me despierto y un terrible dolor de cabeza se apodera de mí al instante, me tomo una aspirina, y poco a poco las imágenes de lo ocurrido me vienen como flashes. Recuerdo estar en el muelle con esos dos, también recuerdo el olor a cloroformo y a partir de allí todo es confuso, pero sé que estuve en el muelle y ahora... Ahora estoy en mi habitación, con mi vestido de la noche anterior puesto y mi típica cara de las mañanas, me miro delante del espejo y analizo mi cuerpo en busca de alguna agresión física, lo único que descubro es un chupetón grande y violáceo, cubriendo parte de mi cuello .
La noche llega rápidamente, Mel me hace el interrogatorio sobre mi marca en el cuello y mi repentina desaparición en el club, yo me limito en explicarle una mentira en la cuál supuestamente yo me fui a casa de un chico del que no recuerdo el nombre y en la madruga él me trajo. Las clases ya han empezado y yo sigo actuando con normalidad, pero eso no ha durado mucho, pues en octubre un alumno nuevo se incorporó a las clases y ni más menos era él, Brad el chico de ojos avellanas, y como si el destino me odiara me ha tocado todas las materias con él, no hay ninguna clase en la que sus brillosos ojos me miren fijamente y hagan que yo me ruborice y me quede mirándolo hipnotizada por minutos -que se hacen eternos- hasta aterrizar en la realidad y prestar atención a las explicaciones de los profesores.

Voy a mi habitación e intento abrir la puerta, pero no puedo, llamo a Mel y ella me dice que ha perdido las llaves y decidió cambiar la cerradura. Como Mel me ha dejado puertas afuera  voy a la habitación de Tris, así no me sentiré tan sola. Subo las escaleras, esta bastante oscuro pero una tenue luz en ellas alumbra por donde caminar, me voy acercando al pasillo pero un brazo me detiene.
-Hola rubia, intentado evitarme otra vez , ¿eh? -ríe secamente.
-Suéltame ricitos o sino gritare a los cuatro vientos quien mató al chico del muelle y todos se enterarán, hasta la policía -éste al escuchar mis palabras aprieta su mandíbula, su cuerpo se tensa y su mirada se vuelve fríamente intensa, me empuja fuertemente hasta que mi espalda toca la pared.
-Escúchame bien rubita, tú no dirás nada -y antes de que pueda seguir lo interrumpo.                        -Escúchame tú a mí ricitos, no te tengo miedo, ni a ti ni a nadie y ahora suéltame o gritare.
-No podrás gritar y cuando lo hagas será en mi cama y créeme que no serán gritos, sino gemidos, y en esos gemidos susurraras mi nombre -dice riéndose y un pequeña brillo aparece en sus ojos avellanas, es un brillo de ¿diversión?
Si él quiere jugar, jugaremos.
-¿Como estas tan seguro? -me pongo de puntillas, intentando llegar un poco más a su altura y dejando un espacio escaso entre nosotros.
-Porque -mira a mis labios y yo como buena jugadora los muerdo disimuladamente- Porque estarás tan enamorada de mi, que no te negaras a hacer lo que yo te pido.
Me acerco lentamente a él y le susurro al oído- Aver si no será al revés, ricitos -y con eso me deshago de su agarre y me voy corriendo hacia la habitación de Tris.

Risk It AllDonde viven las historias. Descúbrelo ahora