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—San, tienes que comer...

¿Qué harías si sabes que la persona que amas está al borde de desaparecer de la faz de la tierra? Bien, tal vez suene a exageración, pero si hablamos de una familia que no tiene la mejor reputación todo es posible. ¿Serías capaz de mover cielo, montañas y tierra para llegar a ella? ¿O te quedarías encerrado un mes entero en tu habitación atormentandote porque no pudiste protegerla? Cualquier opción es válida, cada persona es un mundo, todos reaccionamos distinto a las situaciones. En especial una situación en la que la persona que te gusta está secuestrada en su propia casa por su propio padre. En este caso, San se sentía diferente, no sabía si estaba enojado, triste o aterrado. Lo que sí sabía es que tenía todos los recursos para salvar a Wooyoung, pero parecía haber una fuerza sobrenatural que no le permitía tener las fuerzas necesarias para hacerlo.

Ya habían pasado dos días desde que ese hombre se llevó a Wooyoung. De Chanmi tampoco tenían noticias. San cada vez sentía menos ganas de vivir. Su Wooyoung estaba con un maldito enfermo, quién sabe que cosas le puede estar haciendo. ¿Por qué no él? ¿Por qué no lo mató a golpes a él y dejaba a Wooyoung en paz? ¿¡Y el idiota de Dios dónde estaba!? San comenzaba a odiarlo.

Recibía la visita de Chaewon, Jongho, incluso de Seonghwa. Todos intentaban buscar la forma de sacar a ambos individuos de aquella casa, descartando una y otra vez acudir a la policía. El abuelo de Wooyoung tenía cargos por abuso de menores, estafa e intento de homicidio hacia su propia esposa, sin embargo, estaba en libertad ¿Por qué? Bien, el dinero mueve el mundo. Y los Jung tenían una enorme cantidad. Volviendo a San, él estaba destrozado, pasaba sus días y noches en cama, rara vez comía. En la escuela, ignoraba a todos. Ni quisiera se metía en alguna pelea absurda con algún profesor. Él sólo quería salvar a su Wooyoung, como se lo había propuesto desde un principio.

—Bien, si no vas a comer, te llevaré a la escuela...—Hablaba su amiga. San sólo asintió y se apresuró a salir de la casa para subirse a su auto, que ahora conduce Hyejoo, ya que él ni siquiera tiene fuerzas para eso.

En el camino, ninguno habló. Hyejoo de vez en cuando miraba a su amigo, notando que a veces unas lágrimas rebeldes se escapaban de sus ojos. Suspiró. No conocía ese lado de San. El chico siempre se mostraba fuerte, incluso cuando Hongjoong le terminó logró superarlo. Pero esa vez era alguien completamente diferente. Sentía que con sólo mirarlo el chico podía llegar a romperse por lo frágil que se encontraba.

Llegaron a la escuela, San se bajó del auto y, sin despedirse de su amiga, entró al lugar dispuesto a irse a su salón de clases, pero cambió de opinión cuando ya estaba apunto de entrar. Dió una media vuelta y caminó hasta esas enormes escaleras que conducían a la terraza. No se sentía de humor como para aguantar las caras de los idiotas de sus compañeros.

Lo que más odiaba de la situación, es que él fue un estúpido. No hizo nada para detenerlo. Simplemente se quedó viendo como Wooyoung subía a ese auto. Pudo frenarlo. Si no fuera un cobarde Wooyoung seguiría con él.

Su teléfono sonó, no quería responder. No estaba de humor para hablar con nadie. Suspirando lo sacó de su bolsillo, sólo para ver de quién se trataba.

Era una llamada de la casa de los Jung.

Sin poder controlarlo, miles de lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. Por su culpa, ahora esa amable mujer y su hijo estaban viviendo un infierno, uno incluso peor al que ya vivían antes. Tal vez para siempre. Wooyoung y Chanmi se tenían a ellos mismos... Y por su culpa, se quedó sin ellos.

Dejó a su teléfono sonar, esperando el momento en que la persona detrás de la llamada se rinda y cuelgue. Tal vez ustedes piensen que es estúpido, que si tanto deseaba salvarlos respondería aquella llamada para tener noticias sobre Chanmi y Wooyoung, sin embargo, San sentía que si escuchaba una sola palabra salir de los labios de cualquier miembro de aquella familia era capaz de saltar desde el piso quince de un edificio. Luego de unos segundos, su teléfono dejó de sonar. Miró su reloj, en unos minutos comenzarían las clases. Suspiró y regresó a la escuela, para luego caminar directo a su salón. Frenó en seco cuando escuchó la voz de Chaewon detrás suya.

Egoist || Woosan (REMAKE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora