"Betty la fea es una mujer, parte 10"

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"ROPAJES CON AROMA DE MUJER"

Cuando la felicidad viene a nosotros,

No viene con aquellos "ropajes"
C

on que nosotros esperábamos encontrarla.


Augusta Amiel Lapeyre


Los dones de lo alto vienen con su peculiar "ropaje"

Goeth

Pov Beatriz

Cuando algo está destinado a ser, no hay tempestad que pueda detener los azares del destino o, más bien quizá, apagar los designios divinos que dirigen nuestras vidas.

Y es que "el ropaje" de la torpeza no podía ser más oportuno.

Primero, me hace tropezar en la calle, hundiendo mis sueños de amor en la acera, lastimando mis rodillas y mi cuerpo... Pero, a su vez, regalándome un instante maravilloso con él, con don Armando, prestándome un pequeñico hilo de su propio ropaje. Uno etéreo, diminuto... Uno capaz de tejer mis propias ansias de protegerlo, de tenerlo cerca, de amarlo con locura.

Un poco más... si es que eso fuera posible.

Y ahora, nuevamente, se en alza como un emblema, como un estandarte fortuito que disfraza mi timidez, por un momento, de una audacia que no conocía. Se ha empeñado en que permanezca junto a él, aventurándome a cumplir, en parte, la fantasía que Beatriz Aurora me hizo saborear en la piel.

"Sabores y saberes"... dos ropajes que me abrigan, que me visten por igual. Dos palabras tejidas por la misma aguja, por la misma raíz latina.

Aquí... donde "saber" significa "tener buen gusto", y donde "saborear" es "tener inteligencia"

Aquí... donde "lo que yo sé" se fusiona a lo que Beatriz Aurora "se saborea"

Entonces me pregunto: "¿Cuánto más quiero saber de este hombre? O... ¿Cuánto más quiero saborearlo?"

Y es que tener que pensar en descubrirlo ante mis ojos, me provoca sensaciones encontradas: quisiera poder observarlo sin pena, sin esta timidez que me pesa sobre las espaldas. Pero, también, siento unos deseos inusitados de salir corriendo, de alejarme lo más pronto posible.

Porque, en este punto, el "traje de la timidez" se me enreda en el alma, tatuando mi piel de miedos, de soledades. Me convence de no vivir esta travesía, de esfumarme con el aire y con el viento...

Aunque sé que no puedo hacer eso. No cuando don Armando, no ha hecho otra cosa, en toda la tarde, que ayudarme y acompañarme, además de curar mis heridas.

De repente, mis pensamientos fueron interrumpidos por la calidez de "unos hilos sonoros". Por aquella voz, su voz, viajando hacia mis oídos nerviosos como dardos, como dulces saetas hacia mi corazón. Es que él sabe desandar todos los caminos que recorren mi cuerpo y, aún más, llegar a aquellos lugares recónditos, aquellos que tengo bien escondidos.

Una vez más, siento arder mis mejillas. Ese extraño sentimiento que colorea, a la perfección, "el ropaje de mi timidez" dejándome en evidencia.

_ Beatriz (Un tanto confundido) ¿Le pasa algo?, ¿acaso la incomodé con mi pedido de hace un momento?

_ (Con la vista al suelo y totalmente ruborizada) ¿Por qué dice eso, doctor?

"Entre líneas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora