Alerta

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Amanecía en España y Palermo les avisó a todos que habían fundido toda la puñetera Reserva Nacional.

-Lo logramos señoras y señores estamos a un paso de ser ricos- dijo gritando por ese micrófono. Todos estaban felices, no veían la hora de llegar a ese final, habían resistido esos 3 días duros, de mucha carga emocional.

Ahora iniciaba la fase 4 del plan y era salir con vida de allí, vaya proceso difícil que se venía.

-Profesor, hemos terminado- dijo Berlín en la biblioteca.

-Bien, tenemos 7 horas, Palermo sabe todo lo que tiene que hacer, ya saben su función, en 3 horas hablamos, todo está listo aquí fuera.

-Entendido, sé que empezamos una carrera a contrarreloj, así que Sergio, espero vernos allá - dijo como dando entender una despedida en representación de sus compañeros por lo que fuera a pasar.

- Va a salir bien, lo hemos estudiado- dando motivación, pues desde su posición era medianamente fácil ver el juego desde la barrera sin intervenir mucho.

Así que inició, todos fueron a la cámara y Berlín se acercó a una rehen, ella era Manila, la apartó del grupo y le dió por fin una arma para que entrara en acción.

-Señorita Manila, que comience la función- entregándole el arma.

- Quedas con Estocolmo encargadas, les estaré avisando si hay movimiento.

-Vamos a presentarte- dijo Estocolmo mientras iban al vestíbulo y Berlín bajaba al sótano, tomando el ascensor, tenía una sensación en su estómago que le molestaba, tenía nervios, solo quería estar ya afuera, abría y cerraba las manos para relajarse un poco, confiaba en el plan, en su plan.

Al llegar escuchó a Palermo dando órdenes, de espaldas a la entrada.

-Vamos muchachos, tenemos que poner el oro en los conductos del agua allá nuestros mineros lo estarán sacando. Necesito a todos trabajando sin parar, Bogotá, Rio, Denver vayan pasando los bultos, Tokio, Nairobi y Helsinki encargados de pasarlos a los conductos sin atrofiarlo, recuerden cada 30 minutos se van metiendo de a 3 toneladas. ¡Vamos!

Berlín se le acercó por detrás y le tocó el hombro - Me encanta, estar a tus órdenes- con su voz grave, e intencionada a dar otro mensaje.

-Cuánto quisiera ponerte en esa esquina- señalándole con su mirada.

-¿Por qué no lo haces?- susurró, Andrés quería estar con Martín así fueran unos minutos, quería sentirlo, quería que esos nervios bajarán junto a los de él que no había dormido, estaba tenso, sus latidos eran fuertes lo podía sentir. Martín no se resistió, viendo como su cuerpo le decía que si, quería olvidarse del mundo unos instantes y acariciar el cuerpo de Andrés.

-Señores en 10 minutos bajo, todos trabajando- yéndose con Andrés.

En el ascensor empezaron a besarse con pasión, Martín tenía a Andrés contra la pared, sus manos tomaban su cintura con fuerza, mientras él tomaba sus glúteos con propiedad.

-Sabes que no podemos demorarnos, nos gusta hacerlo pero hacerlo bien- dijo Martín separando un poco sus labios.

-Me conformo con tenerte aquí, solo bésame- le respondió

-Tú eres fuego en mi- dándole la bienvenida a sus labios, sin poder evitarlo le dijo - No te vayas a venir amor- susurrándole en su boca, bajando su cremallera y con su mano acariciando su bóxer sin tener contacto directo, Andrés con toda sus fuerzas evitaba eso, detallando con sus manos la espalda de Martín, tan esbelta y grande.

-Para amor, no voy aguantar- separándolo un poco- creo que lo que me pides es un tanto difícil frente a tu magia- sonriéndole

-Te juro, que allá fuera no habrá quien nos detenga- subiéndole nuevamente su cremallera y dándole un beso en su comisura.

Soulmates (Martín and Andrés)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora