– ¿Dónde quieres que deje esto?
– Ponla sobre la mesa de la cocina.
Sun Oh pasa por la sala de estar, deja la caja en el lugar que le indiqué para luego caminar de regreso a mí y rodear mi cintura con sus brazos, impidiendo que pueda colgar el cuadro en la pared de nuestro nuevo departamento.
Por que, después de dos años y medio de haber formalizado nuestra relación, ambos nos sentimos lo suficientemente preparados como para vivir juntos.
– El departamento nunca va a terminar de decorarse si haces eso cada vez que traigas algo.
– Tengo derecho a abrazar a mi novia– dice enterrando su nariz en mi cuello, haciendo que suelte una pequeña risa por las costillas que me causa su respiración.
– Y yo a tener una linda fiesta de bienvenida– Sun Oh ríe, pero no me suelta del abrazo– ¿Qué dirán nuestros invitados si ven cajas regadas por el suelo?
– ¿Y si decimos que son parte de la decoración?
Quiero voltear para responder, pero de repente, Sun Oh tira de mi cuerpo, retrocediendo hasta quedar sentado en el sofá conmigo sobre sus piernas.
– ¿Qué crees que haces?
– Tomemos un descanso.
Decido no protestar y apoyo mi espalda con el pecho Sun Oh mientras veo algunas cajas dispersas por el piso de la sala del departamento, no son muchas pues decidimos que sería mejor comprar juntos varias cosas para que sean del gusto de ambos. Sonrío al ver un cuadro con una foto de ambos de la última vez que visitamos a mis padres.
– Me gusta esa foto– dice Sun Oh viendo en la misma dirección que yo.
– ¿Por qué?
– Porque me recuerda a un nuevo comienzo. Nuestro nuevo comienzo.
De cierta manera, a mí también. Desde que ambos tomamos la decisión de estar juntos, todo ha ido bastante bien; a pesar de que hemos tenido pequeñas peleas, lo hemos sobrellevado de una forma madura. Y lo más importante, hemos sido sinceros en todo.
La incertidumbre y medio de no ser suficiente han quedado enterreados en el pasado. Todo gracias a aquel sentimiento que, día a día confirmo, ambos compartimos.
Y no podría estar más feliz al respecto.
– Eso sonó cursi– comento sin apartar la mirada de la fotografía– Pero me gusta– continúo diciendo acurrucándome más en sus brazos.
Nos quedamos así por unos minutos, hasta que Sun Oh vuelve a hablar.
– Tengo hambre, ¿Y si salimos a comer?
– Me parece bien– digo volteando aun entre sus brazos a verlo– ¿Después de eso vamos al supermercado? No tenemos bocadillos para esta noche.
– Está bien– besa mi mejilla– Está nevando afuera, voy por nuestros abrigos.
Asiento con la cabeza levantándome de su regazo para dejar que él pueda levantarse y desaparecer por la puerta de nuestra habitación, reapareciendo con ambos abrigos y una leve sonrisa en el rostro. Nos abrigamos y salimos del departamento tomados de las manos.
Algunas horas más tarde, termino de aplicar el brillo labial en mis labios cuando, a través del espejo, veo a Sun Oh despeinado salir del baño de nuestra habitación mientras se arregla la corbata. Sonrío mientras volteo y él no pierde el tiempo de sujetarme por la cintura, una costumbre que ha ido adquiriendo en los pocos días que hemos vivido juntos.