Capitulo 1

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El olor a mar y la brisa meneando mi melena quitaron el estrés acumulado durante estas cuatro semanas con mi familia paterna.

Los Kepec eran un maldito grano en el culo, estrictos, arrogantes, arribistas y altivos. Unos completos hijos de puta.

A lo largo de los años me han exigido ser incluso peor que ellos, no me queda grande mi apellido, pero prefiero simplemente ser yo y que el mundo se dé cuenta de lo peligrosa que puedo ser, a imponerme a través del miedo del más débil.

Por otro lado mi familia materna es totalmente distinta. Los Sokovic son amables, cariñosos y su lema es que todos valemos lo mismo.

Si claro.

Sentía mi piel expuesta deliciosamente calentita por el sol que estaba en lo más alto. Decidí levantarme a darme un chapuzón en las aguas cristalinas de la habana robandome las miradas de los turistas.

El agua está caliente pero aún así logra refrescar mi pálida piel ahora un poco bronceada, me hundo logrando ver los peces a mi alrededor y eliminando todos los pensamientos que me taladraban la cabeza.

Emerjo del mar escurriendo agua por todos lados y vuelvo a acostarme al lado de mi amiga Ronnie, una carismática francesa de largo cabello negro y ojos del mismo color. Está viendo una revista de desnudos mientras que le lanza miraditas al salvavidas que está a tres metros de nosotras.

_ya estás aguantándote mucho_ la molesto logrando que se baje los lentes Prada mirándome con picardía.

_si, ya debería decirle que cojamos a lo desgracia'o_ imita el acento cubano robandome una carcajada.

Se levanta meneando sus caderas demostrando que es una fiera más sensual que las mismas caribeñas.

Estoy aguantando la risa mientras la veo comportarse como loba en celo, lo bueno es que el tipo no le es indiferente, todo lo contrario, ese pequeño short de baño no deja mucho a la imaginación y joder, que imaginación.

Trato de acomodarme en la suave silla de playa, pero soy interrumpida por un sonido en seco y una larga cabellera rubia justo al lado de mi humilde cuerpo.

_¡joder niña! Con más cuidado_ me levanto a ayudar a la pequeña que cayó de boca a la arena.

La incorporo con delicadeza mientras que reviso que no se haya hecho alguna herida grave hasta que sus iris color esmeralda chocan con los míos dejándome quieta en mi lugar, con la tarea a medias.

¿Como es posible que exista alguien así? Esta niña parece una muñequita de porcelana con su piel blanquecina y grandes ojos verdes acompañados de largas pestañas, estos están a punto de dejar caer las lagrimas acumuladas, pero simplemente se queda mirándome como si fuese de otro planeta.

Me atrevería a decir que ambas nos estamos contemplando como si ya nos conociéramos.

Estoy embelesada con la pequeña que rato después me percato que su boca está llena de arena, incluso creo que ella también se olvidó.

_Mira, te voy a dar agua y tú tienes que escupirla para que saques la arena de tu boquita ¿bueno?

Le hablo despacio y con delicadeza en español como si se fuese a romper si le hablo un poco más fuerte. La niña no responde sólo hace lo que le digo hasta que ya escupió toda la arena.

_Diferentes_ es lo único que dice en francés con una voz demasiado bella y dulce que me deja en un estado hipnótico.

¿Diferentes?

_¿Que?

_Tus ojos son diferentes.

Abro la boca para responderle pero percibo una persona acercándose con afán a nuestro puesto. No se por qué me pongo a la defensiva escondiendo a la niña detrás de mi cuerpo poniéndome en posición de ataque pero vuelvo a sentir que mi alma cae al vacío con los mismos ojos verdes que me devuelven la mirada en mi mismo estado.

De plata & zafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora