¿Izuku Midoriya?

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Le dolía todo su cuerpo, sus piernas no le funcionaban, al igual que sus delgados brazos que estaban golpeados, por suerte ya no tenía esas malditas cadenas que lo aprisionaban. Maldecía el día que conoció a Katsuki Bakugou, jamás se perdonaría por caer tan bajo.

En su cabeza rondaba los vividos recuerdos de como llego a estar encerrado, pero no sacaría de su mente al pequeño niño de cabelleras cenizas.

— Ikume. — susurra antes de cerrar los ojos lentamente.

El dolor era más grande que él, estaba exhausto de tanto pelear, tenía mucho sueño y porque no dormir para calmar todo que estaba dentro de su cabeza.

Sus ojos esmeraldas se fueron cerrando conforme los segundos, el sótano comenzó a distorsionarse para ser remplazada por la oscuridad.

Otra vez en esa habitación oscura, quería sacarla de su cabeza, el pequeño rubio cenizo levanto la mirada del suelo para encontrarse al sujeto peliverde. No podía ser cierto, acaso siempre soñaría lo mismo.

Solo que había algo ligeramente diferente, el omega mayor ya no tenía las cadenas y se encontraba en el suelo con la cabeza abajo como si estuviese derrotado. De nuevo se hizo presente ese impulso de querer tocar al peliverde.

Ikume simplemente tenía miedo, sus piernas le temblaban como si fuese gelatina, pero siguió camino hasta llegar donde el omega quien levanta la vista y comienza a llorar. Cuando iba a tocar la cabellera del más grande siente un jalón por parte del mayor con la intención de formar un abrazo, un toque de electricidad ocurrió entre ambos.

Curiosamente cuando estaba en brazos del mayor se sentía seguro y tranquilo, a todo esto, se preguntaba que significaba su sueño. Solo sabía que aquel sujeto era Izuku Midoriya, además de tener un gran parecido.

— ¿Quién eres tú? — se armó de valor, nunca supo quién es realmente. — ¿Por qué nos parecemos tanto? ¿Eres un fantasma como las películas?

Izuku estaba mucho más tranquilo que la vez anterior, parecía estar en su propio mundo, se separa del pequeño con el fin de verlo a los ojos. El mayor se queda observando a Ikume con nostalgia, pero a la vez con recelo de su libertad.

— Ya te dije soy Izuku Midoriya. — acomoda los cabellos cenizos de Ikume, sus hermosos ojos esmeraldas estaban atentos a cualquier movimiento, inhala aire y luego lo expulsa. — la razón por la que nos parecemos tanto es que yo soy tu madre.

Lo dijo con tanta tranquilidad que le causo miedo al menor.

Ikume se aleja bruscamente de él, no podía ser cierto, su madre había muerto en el parto, o eso era lo que le dijo su padre y claro que le creía, pero esos ojos esmeraldas no parecían mentir y decía cada palabra con la pura verdad.

Simplemente se queda observándolo con el ceño fruncido, tenía que calmar su cabeza, estaba demasiado confundido, Izuku trata de acercarse para abrazar a Ikume quien solo se deja atrapar por los delgados brazos del peliverde, era la primera vez que sentía algo como esto.

El abrazo era completamente diferente, su padre lo abrazaba a menudo, pero esta sensación era distinta en todo aspecto, tan cálida y acogedora que esperaba nunca salirse de los brazos del peliverde.

Trataba de aspirar un poco las prendas de Izuku con el fin de saber el olor de sus feromonas, pero no siente nada, podría ser porque estaban en un sueño, no lo sabía realmente. Sus cabelleras eran acariciadas con suavidad ocasionando que se lograra relajar.

¿Sueños?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora