Mew no era una persona desesperada, siempre había tenido mucha paciencia, sabía tratar a la gente, darles su espacio y tiempo. Pero en ese momento, mientras estaba acostado en su gran cama, lo único que quería era ir hacia la habitación de Gulf para pedirle que le dejara tocar su pancita una vez más.
Se intentaba convencer a si mismo que todo lo que sentía era porque su bebé se encontraba ahí, por nada más. No era por los ojos brillantes del castaño, ni por sus mejillas y orejas rojas cada vez que se avergonzaba, ni por su hermosa sonrisa, ni por su esponjoso cabello, ni por lo mucho que le gustaba sentir su piel. Era por su bebé, solo por su bebé.
Respiro profundo intentando conciliar el sueño y no darle tantas vuelvas en su cabeza, necesita despejar su mente, porque si no se volvería loco. Cuando se dio cuenta que en realidad que no podría dormir decidió levantarse para buscar un vaso de agua y luego ver si tenía algún trabajo atrasado con el cual distraer su mente. Se puso unas pantuflas y salió del dormitorio, para su sorpresa noto que Gulf también estaba saliendo de su habitación. Camino hacia él un poco rápido.
— ¿Paso algo? ¿Estás bien? — pregunto preocupado.
Gulf lo miro e inmediatamente sus mejillas se tornaron de un leve color rojo. Debía empezar a manejar alguna manera de no intimidarlo porque quería que el chico se sintiera a gusto y cómodo en su casa, y también porque si seguía siendo así de adorable él no podría resistirse.
— ¿Necesitas algo? — pregunto notando el nerviosismo del menor.
— Umm, yo tengo un antojo — respondió desviando la mirada.
Mew sonrió. Él iba a cumplirle todos los antojos del mundo — ¿Qué quieres?.
— Fresas — respondió en un susurro.
— Ven, en la cocina seguro que hay — le sonrió con calma. Los ojos de Gulf brillaron por un momento que pareció como si se hubiera robado la galaxia para sus ojos.
Mew hizo una seña para que caminarán hacia la cocina en busca de sus fresas para cubrir su antojo. Bajaron las escaleras y caminaron hacia la cocina, al llegar prendió la luz buscando donde guardaban las frutas. Para su alivio había una fuente completa de fresas para Gulf, las lavo y luego deje que el agua se fuera para entregárselas a Gulf. Sus ojitos brillaban de la emoción, al parecer si deseaba comerlas. El castaño las tomo y camino para sentarse en alrededor de una pequeña mesa que se encontraba en el centro de la cocina. Apenas su boca pudo saborear la fruta sus ojos se cerraron disfrutando del sabor. Mew lo miro sonriendo y camino para sentarse junto a él.
— Muchas gracias — le dijo con las mejillas llenas de fresas que parecía un lindo ratón.
— No hay de que, cualquier cosa que mi bebé y tú necesiten yo se las daré — le respondió sacando una fresa ya que también se le habían antojado probarlas al ver lo mucho que Gulf las disfrutaba.
— Creo que a nuestro bebé le gustan mucho las fresas porque lo único que quiero hacer es comer y tomar cosas de fresa — le dijo concentrado en la fruta.
— ¿Nuestro bebé o tú? — pregunto con un tono de burla que hizo que las mejillas de Gulf se pintaran de rojo como las fresas que tanto adoraba.
— Yo nunca había tenido tantas ganas de comer fresas hasta que me embarace, así que si, es por tu bebé — le respondió. Mew sonrió notando que sus palabras habían salido con naturalidad dándole a entender que se sentía más cómodo con su presencia y podía expresarse con libertad.
— ¿Entonces ahora es mi bebé? — pregunto enfatizando "mi bebé".
Gulf le sonrió.
— Tú bebé — respondió siguiendo con la broma de Mew.
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Daddies (MEWGULF) (PAUSADA)
RomanceMew Y Gulf se conocen en una fiesta. Con tan solo conocer sus nombres se envuelven en una noche que trae consecuencias . Gulf queda embarazado. Ambos tendrán que aprender a ser padres, descubrir la verdad sobre sus sentimientos y luchar contra la fa...