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Despertó sintiendo la cama vacía, hacía falta algo, un calor, una persona. Abrió lentamente sus ojos intentando acostumbrarse a la luz del sol que se colaba por la ventana. Se giró y efectivamente, Gulf ya no estaba, probablemente despertó antes que él y se fue. No lo culpaba, ellos no habían hablado mucho, pero el deseo le había ganado la partida provocando que hiciera todo lo que la noche anterior hizo.

Mew era reservado, no solía hablar con muchas personas y en realidad consideraba que Sammy era su mejor amiga, hermana y prima, era la única persona aparte de su padre en la que confiaba y que realmente quería. Sabía que su prima tenía un grupo de amigos desde que iba en la escuela, pero también sabía que entre esas personas Gulf era especial, ella solía hablar maravillas de su amigo, aunque Mew nunca pensó encontrarse con un chico como él.

Gulf era bajito, pequeño, al sonreír sus mejillas se hacían gorditas y también se sonrojaba fácilmente ¿Cómo se supone que no quedaría hipnotizado por él? Era simplemente la persona más llamativa y hermosa que había conocido, era una adicción mirarlo. Sabía que probablemente ya no lo vería más, Sammy nunca se lo había presentado, no creía que fuera posible volver a encontrarse con él.

Suspiró mirando el techo de su habitación. Debía conformarse con sus recuerdos, con los recuerdos de su mejor cumpleaños, recuerdos de su sonrisa y sus gemidos. Recuerdos del chico que lo había logrado hipnotizar desde el primer instante.

(...)

Un mes. Un mes había pasado desde su encuentro con el pequeño castaño y no había podido sacarlo de su mente en ningún momento. Recordaba cada detalle de esa noche, cada detalle de su cuerpo y todas las sensaciones que le había provocado. Mentiría si dijera que no tenía ganas de verlo, porque si quería y mucho, pero no sé había atrevido a pedirle a Sammy información sobre él. Tampoco había visto a su prima en ese mes, sabía que su prima estaba preparándose para dar el examen de admisión a la universidad, sabía que Gulf haría lo mismo ya que ambos querían estudiar en la misma universidad.

Al menos el trabajo lo mantenía ocupado. La gente solía preguntarse cómo había logrado tener su título a sus veintidós años, simplemente había terminado antes sus años escolares e iniciado antes la universidad. Las personas debían aprender que no todos van al mismo ritmo, una persona no está predispuesta a tiempos y no tiene porqué cumplir con las expectativas de la sociedad. No todos van al mismo ritmo y eso está completamente bien, está bien querer estudiar después de mucho tiempo, está bien trabajar y emprender, está bien querer darte tiempo para ti, está bien todo eso, porque no todos van al mismo ritmo. Si todos estuvieran predeterminados a cumplir ciclos en determinados tiempos el mundo sería aburrido y como una fábrica.

Termino de alistarse ya que debía ir al trabajo temprano. Poco a poco se acostumbraba a la carga que suponía manejar una empresa, desde muy pequeño y desde que su madre falleció sabía que debía apoyar a su papá con su trabajo. Su papá era el hombre más maravilloso y el más admirable, aunque a veces fuera estricto no quitaba lo cariñoso que era con él. Lo apoyaba y defendía de su familia cuando debía hacerlo. Su familia era un tema serio, les gustaba mantener la apariencia de ser una familia decente y de principios. Aunque los principios de no meterse en la vida de los demás o respetar a las personas se les olvidará.

Por eso Sammy y el siempre recibían malos comentarios, para su familia a su edad ya deberían estar casados o tener pareja estable. Ni su prima ni el querían eso, Sammy era un alma libre que no estaba dispuesta a que la controlarán y él no había encontrado una persona con la que quisiera compartir su vida. Todas las mujeres que sus tías les presentaban solo lo querían por el dinero y no eran personas que llamarían su atención. Ojalá su familia aprendiera a no meterse en sus vidas porque no eran dueños de ellas.

Daddies (MEWGULF) (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora