4

423 78 4
                                    

Gulf había tomado una decisión. Tenía todas sus pertenencias en una maleta.

Sus padres lo habían apoyado en la decisión de marcharse a vivir con Mew, después de todo sabían que estaría mejor alejado de Mark, tendría tranquilidad y el pelinegro lo cuidaría como merecía. Sammy había sido informada sobre su cambio de hogar, había gritado que mataría a Mark y que arreglaría una habitación para Gulf en la casa de su primo. El padre de Mew también sabía, lo había tomado muy bien, cosa que lo aliviaba.

— Me cuidas a mi hijo y a mi nieto o nieta — escucho como su padre le hablaba a Mew. Iba a extrañar a su papá, iba a extrañar escucharlo reír por los chistes aburridos que veía en Facebook, él había sido un gran padre soltero.

— Por supuesto que sí, se lo aseguró — claro que su padre creía en sus palabras, Mew parecía un hombre que cumplía con sus promesas.

— Tanto escándalo por nada, siempre lo pueden ir a visitar — hablo Mark aburrido. El pelinegro le dedicó una mirada para que se callara ya que aún tenía ganas de pegarle otro puñetazo.

— Pueden visitarlo cuando quieran, mi casa siempre estará para ustedes — hablo tomando las maletas de el más pequeño, quería llevarlo lo más pronto posible, no soportaba la idea de que el tipo estuviera cerca de su bebé y de Gulf — ¿Nos vamos? — pregunto mirando su carita. Sabía que el castaño estaría triste por dejar a sus padres.

— Si, vamos.

Se despidieron y salieron. Camino en todo momento detrás del más pequeño mientras iban hacia el auto, estaba pendiente de cada uno de sus movimientos, sabía que iba ser un padre protector, pero recién se daba cuenta que los protegería más lo que imaginaba.

El chófer les abrió la puerta, acomodo las maletas en la parte de atrás para luego sentarse a un lado de Gulf que se notaba su nerviosismo — No quiero que pienses que estarás encerrado. Tienes tu propia vida, puedes hacer lo que quieras hacer — le dijo intentando calmarlo.

— Gracias, Mew — le sonrió levemente mientras sus mejillas se tornaban rojas. Siempre era así, se avergonzaba por todo. ¿Cómo se suponía que no sentiría ganas de protegerlo? Si era una cosita tierna llena de luz, quería protegerlo.

El resto del camino decidió no hablar, en realidad no sabía de qué hablarle, no sé conocían, no sabía que le gustaba, cuáles eran sus pasatiempos, lo que más conocía era lo que Sammy él decía y ella nunca decía demasiado. Debía conocer mejor a la madre de su bebé, tenían que conocerse mejor e intentar llevarse bien por su hijo, no podían seguir en un ambiente incómodo, aunque así lo fuera.

Al llegar espero que bajara, tomo las maletas y le indico el camino hacia dentro de la gran mansión. Gulf miraba todo como un niño que recién llega al mundo, sus ojitos brillaban como si esa fuera su primera vida. Ojalá su bebé tuviera sus ojos, no le molestaba la idea de que su hijo se parecía por completo al castaño, incluso le fascinaba esa idea, tener dos Gulf sería maravilloso.

— Pedí que arreglaran una habitación para ti, si no es de tu agrado podemos arreglar otra y puedes hacerle los cambios que quieras — le dijo.

— ¿Entonces lo golpeaste? — la voz de Sammy lo hizo girarse para verla correr hacia el castaño y abrazarlo, junto a ella venía su padre.

— Lo golpeé — respondió, suponiendo que Sammy se refería al idiota del hermanastro.

— ¿Fuerte en la cara? — pregunto su padre.

— Si, muy fuerte — rodo los ojos. Tenía serias dudas de si Sammy en realidad era su hermana, porque ella y su padre tenían personalidades muy parecidas.

Daddies (MEWGULF) (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora